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2 formas de moldear tu ambiente

En algunos podcasts conté que en la mini sala conseguimos comprar un año y medio atrás una mesa que se abre. Es de 1,20 pero se extiende a 1,70. Es de vidrio y madera. Y el vidrio se rompió con algo, se rajó de punta a punta y no sabemos cómo hace unos días. Y me agarró una angustia. Porque no voy a poder arreglarlo ahora y probablemente quede así por mucho, mucho tiempo. En esa angustia dije que al final nunca podíamos tener nada lindo, que la casa siempre iba a ser un caos constante como estaba ahora, que no importaba cuánto sacáramos, cambiáramos, etc, siempre íbamos a vivir en un lugar que no era de nuestro gusto. Claro que no es la casa ni la mesa, vengo con mucho trabajo y con cuentas que se suman y me salió por ahí (y me compré un libro). Pero mi compañero, con quien nos turnamos por suerte en nuestros ataques de desesperación, empezó a juntar las cosas, ordenó un poco, barrió, lavó la ropa, los platos y dejó el departamento visiblemente mejor. Y la frase que muchas veces reaparece en mi mente volvió: que el ambiente no te moldee. O sea, vos moldeá el ambiente para que te sientas bien en él. Conversamos un poco sobre esto en “3 formas de crear un hogar que te guste” pero hoy quiero ser más generalo. ¿Cómo moldeamos nuestro ambiente cuando no tenemos plata para dejarlo como nos gusta ni mucho tiempo para dedicarnos a cuidarlo?

1- No tenemos plata para dejarlo como queremos.

Lo dije antes y lo repito: no podemos esperar al después, a ver si nos llega una herencia de un familiar que no sabíamos que teníamos o nos sacamos un par de números en la lotería. Vivimos en el hoy, en el ahora y sí, tengamos un piecito siempre en el futuro trabajando para que las cosas mejoren, pero firmes en el hoy. ¿Qué podemos hacer hoy, ahora, en este momento, para moldear nuestro ambiente sin plata?

Buscar qué lugar de nuestra casa es la que nos da más angustia. Para mí, es el mini baño que se ensucia en dos segundos con el hollín que viene de la calle. Y de mechones de cabello de todo el mundo. Entonces, mirá el espacio por un rato, identificá qué es lo que te está molestando y a hacé algo; puede ser organizar, puede ser tirar a la basura, puede ser decidir vender (o donar), puede ser reciclar. Empujate a dejar el lugar de la forma que te deje tranquilo. “Ah, puede que necesite esto en un mes”. Si no lo necesitás ahora, ya, y no lo necesitaste los últimos 12 meses, es probable que sea una mentira. No te engañes y dejá ir lo que se tenga que ir. Limpiá lo que tengas que limpiar. Tirá lo que tengas que tirás. Doná o vendé lo que tengas para donar o vender. Y si vender te va a resultar difícil porque no tenés tiempo de publicar, responder comentarios, enviar el producto, doná. No te quedes con cosas que no necesitás. No se trata de tener aquello que te gustaría tener pero no lo podés comprar (ahora por lo menos) sino de disfrutar de aquello que sí tenés de hecho.

Después, seguí analizando el resto de tu casa.

2- No tengo tiempo para cuidar de mi casa como me gustaría.

Yo tampoco y por eso vienen las crisis. Pero hay algo obvio: cuanto menos cosas tenés, más fácil es cuidar de tu casa. Entonces, volvemos a la primera cuestión de no quedarse con lo que no necesitás. Si vivís solo, recae todo en vos y por eso pensá qué querés tener para no ocupar demasiado de tu vida limpiando, ordenando, cuidando, poniendo, sacando. Si vivís con otros, delegar y compartir responsabilidades es esencial y tiene que ser parte de la organización de tu casa y tu vida. Pero principalmente el tener menos cosas es lo que ayuda a “tener tiempo”. Pero bueno, digamos que tenés todo lo que necesitás y nada más y seguís sin tiempo. Una forma que estamos pensando en casa es limpiar un poco todos los días. Ayer fue el baño. Media hora y estaba listo. Hoy, la cocina antes de dormir (siempre lavamos los platos y guardamos pero el piso…ohhh, el piso. Todos los días se transforma en cuadro de Jackson Pollock, sobre todo ahora que los chicos ayudan a cocinar). Así llegás al sábado (o tu día de limpieza) sin tener que pasar todo el día refregando piletas y pisos. Y elegir un día a la semana para revisar lo que entró en tu casa y qué tiene que salir. Porque juro que las cosas entran fácilmente y si no hay control, no salen con esa de “entra algo y sale algo” si no estamos pendientes de esa regla.

De a poco, el ambiente va poniéndose mejor y más agradable si vamos cuidando estos dos puntos. Por una lado, disfrutar de lo que tenemos sin andar sufriendo por lo que no tenemos. Y por otro, cuidar lo que tenemos de una forma que no se lleve todo nuestro tiempo.

Nos vemos la semana que viene con más Minimalismo Real.

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