Skip to main content

Libros y minimalismo: ¿Cuántos libros hay que tener? (Parte I)

Hoy es el Día Internacional del Libro y me gustaría compartir con ustedes cuatro reflexiones a lo largo de cuatro días sobre libros y minimalismo.

Cuando escucho que ser minimalista es vivir en una casa con tres muebles y una lámpara… Casi puedo decir que soy minimalista sin querer, porque muchos muebles no tenemos. Pero, sinceramente, no creo que el minimalismo se trate de cuánto tenés sino que se trata de tener lo que necesitás y nada más. Es decir: no consumas más de lo que realmente precisás.

Pero… ¿y los libros? ¿Cuántos libros puede tener un minimalista?

A ver… (me encanta esta muletilla; es el preludio para justificar algo que contradice lo que uno dijo, está diciendo o dirán… y es mi caso): no hay un número de libros que se pueda tener para ser o no un minimalista como no hay número de alfajores de chocolate y dulce de leche suficientes para decidir cuándo una ya comió lo suficiente.

Los libros fueron, son y serán una cuestión de identidad para mí; soy lo que leo. Mis lecturas fueron cambiando conforme yo iba cambiando. Cuando pienso en mis bibliotecas, la que tengo en casa y la que quedó en mi lugar de origen, puedo decir que hay libros que me encantaban leer pero tenía varias versiones del mismo y dejé ir esas repeticiones antes de irme yo; otros sabía que nunca volvería a leerlos e hice lo mismo; había otros que todavía no había leído o ni tenía intención de leer en el futuro porque se me pasó el momento o empecé a leer varias veces y no terminé y fueron para la biblioteca local; había algunos que me gustaron pero odio al autor y no hay forma de que los vuelva a leer o se los pase a mis hijos y también se fueron. Pero hay muchos otros que deseo con toda mi alma poder compartirlos con mis hijos, compartir momentos como los que yo compartía con mi abuela cuando leíamos juntas, hay libros que sé que pueden ser la puerta de entrada para que se formen como futuros lectores y hay otros muchos libros que no me canso de leer.

Entonces… ¿cuántos libros debería tener un minimalista?

¡El número que te haga feliz! De eso se trata el minimalismo: de quitar lo que te molesta de tu vida. Hace mucho estaba viendo un documental sobre el minimalismo y uno de los protagonistas dice algo así como que no necesitas deshacerte de lo que más querés; es solo entender que lo que te hace feliz debe permanecer pero todo lo demás no. Así que tal vez no te importe tener 100 libros. Pero te preocupas por el armario lleno de ropa que no usas. O la cantidad de cables y aparatos electrónicos que llevan meses reposando en el cajón. O ese andador que compraste y te quedaste allí. O ese auto que aún paga y solo trae dolores de cabeza. Entiendes el punto, ¿verdad?Si los libros son parte de tu vida, dejalos ser; de lo contrario, hay muchas bibliotecas e instituciones que aceptarán donaciones.

Mañana vamos a hablar de libros digitales vs libros físicos, la batalla final.

Comments

Popular posts from this blog

Ep. 107 | 3 ideas para organizar y descartar "komono" (cositas)

Yo, pensando en cómo dejar de acumular cositas (La Prune, Manet- 1877) Entre las categorías para descartar y organizar de Marie Kondo, se encuentra la categoría " komono ",  que básicamente son cositas. La traducción que le dieron en español si no me falla la memoria es "misceláneas", es decir...cositas varias.  En casa somos maestros en acumular cositas. En llevar la palabra a otro nivel. En personificar y vivir komono. En casa, sí, estamos llenos de "cositas". Gomitas de pelo, clips, papelitos, fósforos, juguetitos, dibujitos, dados, monedas que no sirven para nada, bolitas Pokemón sin el Pokemon, un lápiz de labio, una honda de juguete, piensen en algo y nosotros lo tenemos. No ayuda para nada que somos todos acumuladores compulsivos de cositas. El otro día vi una piedrita en el piso y se la llevé a mi hija que está con librito de rocas. Y mis hijos después se traen otro sinfín de cosas de la calle. En fin, esta casa necesitaba una intervención urgente ...

3 ideas para repensar los zapatos

Yo no soy una gran amante de zapatos en general. Debe ser porque cuando era chica, alguien -no recuerdo quién- le dio a mi papá un par de sandalias tipo Jesucristo de cuero legítimo para mí. Eran para nenes y aunque a mí nunca me importó si las cosas eran de nenes o nenas, estas en particular eran muy feas. Y además, me quedaban un poco grandes y me lastimaban. Pero eran de cuero. Entonces, para el cumpleaños de la vecinita amiga mía de al lado, me dijo que me pusiera “las sandalias nuevas”. Yo no quise, protesté, lloré y me mandó al cumpleaños descalza. Por suerte la calle era de tierra, solo nos dividía un alambrado entre casa y casa y todo era puro terreno de pasto y tierra. Llegué llorando pero no me afectó tanto porque la mitad de los chicos ya estaban en patas jugando. En fin, traumas de infancia. Cuando crecí, solo usé zapatillas y sandalias hippies o chancletas. Hubo una época que compré unas chatitas para el trabajo pero la verdad, correr atrás de chicos requiere za...

2 formas de moldear tu ambiente

En algunos podcasts conté que en la mini sala conseguimos comprar un año y medio atrás una mesa que se abre. Es de 1,20 pero se extiende a 1,70. Es de vidrio y madera. Y el vidrio se rompió con algo, se rajó de punta a punta y no sabemos cómo hace unos días. Y me agarró una angustia. Porque no voy a poder arreglarlo ahora y probablemente quede así por mucho, mucho tiempo. En esa angustia dije que al final nunca podíamos tener nada lindo, que la casa siempre iba a ser un caos constante como estaba ahora, que no importaba cuánto sacáramos, cambiáramos, etc, siempre íbamos a vivir en un lugar que no era de nuestro gusto. Claro que no es la casa ni la mesa, vengo con mucho trabajo y con cuentas que se suman y me salió por ahí (y me compré un libro). Pero mi compañero, con quien nos turnamos por suerte en nuestros ataques de desesperación, empezó a juntar las cosas, ordenó un poco, barrió, lavó la ropa, los platos y dejó el departamento visiblemente mejor. Y la frase que muchas veces reapar...