Skip to main content

Libros y minimalismo: Donación (Parte IV)

Ser minimalista significa ser consciente de cuánto tenemos, por qué tenemos esto o aquello y qué hacer con lo que ya no queremos en nuestra vida. Con los libros no es diferente.

Leo mucho sobre nuevos minimalistas que tiran bolsas de basura o “donan” lo que ya no quieren para sentirse mejor consigo mismos. Esto sucede mucho con los libros; en lugar de tirar, “donan” lo que no quieren ver en sus casas.

¿Por qué escribo “donar” entre comillas?

Porque muchas, muchas veces, donan libros que ni siquiera sirven para hacer el fuego del asado. El punto es sacarlo de la casa y decir que donaron. Soy bibliotecaria auxiliar; ya he visto libros en pésimas condiciones, imposibles de leer de tanto subrayado, resaltado, hojas rotas, manchas, etc. Libros que bien podrían haber sido sacados de la tumba de Tutankamón y no sirven para nada por lo viejos y obsoletos que son.

Entonces, antes de donar sus libros, un consejo. Respondé a estas preguntas y vas a saber si debés o no donarlos:

  • ¿Son legibles los libros?
  • ¿Están en buenas condiciones?
  • ¿Tratan un tema relativamente actual? (Por ejemplo, una enciclopedia geográfica de 1985 tiene a la URSS como país, así que no, no la dones)
  • Y lo más importante, si recibiste este/estos libro/s como regalo de alguien que ya los leyó… ¿estarías feliz de recibirlos o pensarías “claro, aparentemente para Jorge (o como se llame) yo” soy un tacho de basura de libros viejos”.

Entonces, antes de donar, sé honesto y doná solo lo que realmente será útil para la institución. De lo contrario, hay muchas formas de reciclar libros obsoletos que puedes encontrar en Internet o simplemente ponelos en donde puedan ser recolectados y reciclados.

Comments

Popular posts from this blog

Ep. 107 | 3 ideas para organizar y descartar "komono" (cositas)

Yo, pensando en cómo dejar de acumular cositas (La Prune, Manet- 1877) Entre las categorías para descartar y organizar de Marie Kondo, se encuentra la categoría " komono ",  que básicamente son cositas. La traducción que le dieron en español si no me falla la memoria es "misceláneas", es decir...cositas varias.  En casa somos maestros en acumular cositas. En llevar la palabra a otro nivel. En personificar y vivir komono. En casa, sí, estamos llenos de "cositas". Gomitas de pelo, clips, papelitos, fósforos, juguetitos, dibujitos, dados, monedas que no sirven para nada, bolitas Pokemón sin el Pokemon, un lápiz de labio, una honda de juguete, piensen en algo y nosotros lo tenemos. No ayuda para nada que somos todos acumuladores compulsivos de cositas. El otro día vi una piedrita en el piso y se la llevé a mi hija que está con librito de rocas. Y mis hijos después se traen otro sinfín de cosas de la calle. En fin, esta casa necesitaba una intervención urgente ...

3 ideas para repensar los zapatos

Yo no soy una gran amante de zapatos en general. Debe ser porque cuando era chica, alguien -no recuerdo quién- le dio a mi papá un par de sandalias tipo Jesucristo de cuero legítimo para mí. Eran para nenes y aunque a mí nunca me importó si las cosas eran de nenes o nenas, estas en particular eran muy feas. Y además, me quedaban un poco grandes y me lastimaban. Pero eran de cuero. Entonces, para el cumpleaños de la vecinita amiga mía de al lado, me dijo que me pusiera “las sandalias nuevas”. Yo no quise, protesté, lloré y me mandó al cumpleaños descalza. Por suerte la calle era de tierra, solo nos dividía un alambrado entre casa y casa y todo era puro terreno de pasto y tierra. Llegué llorando pero no me afectó tanto porque la mitad de los chicos ya estaban en patas jugando. En fin, traumas de infancia. Cuando crecí, solo usé zapatillas y sandalias hippies o chancletas. Hubo una época que compré unas chatitas para el trabajo pero la verdad, correr atrás de chicos requiere za...

2 formas de moldear tu ambiente

En algunos podcasts conté que en la mini sala conseguimos comprar un año y medio atrás una mesa que se abre. Es de 1,20 pero se extiende a 1,70. Es de vidrio y madera. Y el vidrio se rompió con algo, se rajó de punta a punta y no sabemos cómo hace unos días. Y me agarró una angustia. Porque no voy a poder arreglarlo ahora y probablemente quede así por mucho, mucho tiempo. En esa angustia dije que al final nunca podíamos tener nada lindo, que la casa siempre iba a ser un caos constante como estaba ahora, que no importaba cuánto sacáramos, cambiáramos, etc, siempre íbamos a vivir en un lugar que no era de nuestro gusto. Claro que no es la casa ni la mesa, vengo con mucho trabajo y con cuentas que se suman y me salió por ahí (y me compré un libro). Pero mi compañero, con quien nos turnamos por suerte en nuestros ataques de desesperación, empezó a juntar las cosas, ordenó un poco, barrió, lavó la ropa, los platos y dejó el departamento visiblemente mejor. Y la frase que muchas veces reapar...