Skip to main content

3 preguntas para comenzar a tener unas finanzas minimalistas

Cada casa es un mundo y dentro de ese mundo hay diferentes individuos que necesitan unirse para enfrentar la difícil tarea de organizar las finanzas familiares. En nuestro caso, soy la encargada de los números y la que toma las decisiones de gasto. El gran problema es en casa la mayoría de las veces, no tenemos control sobre lo que gastamos o simplemente gastamos innecesariamente.

Así que decidí hacer un pequeño plan para comenzar a cuidar los gastos, tanto los de mi compañero como los míos, ya que también tomo malas decisiones como por ejemplo, cuando compro cosas que pienso que voy a usar para dedicarme a mis pasatiempos (y quedan ahí, mirándome y riéndose de lo que alguna vez planeé).

Como todo plan, necesita tener preguntas que nos hagan reflexionar sobre lo que hacemos y que al mismo tiempo, nos acerquen al objetivo que nos propusimos; en este caso no se trata simplemente de ahorrar y poner plata en la cuenta. Es entender que lo que consumimos, nos consume (ya sea financiera, física, mental o ambientalmente hablando) y que además, en países como el nuestro en los que no sabés qué vas a poder consumir el mes que viene, tener cierta disciplina ayuda a sortear baches (aunque no siempre, claro). Entonces, vamos a hablar de lo que podemos controlar y es nuestro comportamiento y para comprenderlo mejor, vamos a dividir nuestra vida financiera en tres columnas.

1- Debo gastar en esto.

Si cubre necesidades básicas como vivienda, alimentación y salud, es un SÍ gigante. Pero estamos asumiendo que cuando hablamos de gastos, hablamos de gastos más superfluos como cosas que dejen nuestra vida mejor (pero no son absolutamente necesarios como comer).

Ejemplo: Mis hijos dormían en un colchón en el suelo hasta hace dos meses. Cuando cumplieron 6 años, decidimos comprarles camas para que se acostumbraran a separarse un poco. Para nosotros la compra de camas que comprometía 1/3 de nuestros ingresos mensuales era un SÍ.

2- Quiero gastar en esto.

Hay cosas materiales o no materiales en las que queremos gastar. A mí me gusta hacer cosméticos en casa. Si fuera por mí, gastaría mucha plata en materias primas e intentaría reproducir cosméticos de marcas famosas. Realmente quiero gastar en esto.

Ejemplo: hay algunas materias primas que me muero por comprar como el aceite esencial de manzanilla o el aceite esencial de neroli. ¡Pero cuestan una fortuna! Igual los quiero y por eso están en mi lista de “algún día…” porque realmente quiero poder comprar estos aceites esenciales al menos una vez en mi vida.

3- Puedo gastar en eso.

Creo que esta es la columna más importante. El “yo puedo” es básicamente lo que resta para saber si el nivel de vida que llevás es acorde a tus ingresos, o sea, es aquello que falta entre el “debo” y tus deseos, es decir, el “quiero”). Vamos a explicar con un ejemplo:

Ejemplo: sigamos con los cosméticos. Para algunas recetas, debo usar aceite esencial de manzanilla. Entonces quiero comprarlo porque es parte de los ingredientes necesarios. Pero a la hora de ponerlo en la columna del “puedo”, veo que la respuesta es un no rotundo. No importa cuántos “debos” me diga a mí misma o “quieros”. Simplemente no puedo hoy hacer ese gasto.

¿Y cómo estoy aplicando esto por casa?

Ya di algunos ejemplos pero voy a usar el ejemplo del gimnasio para completar la idea:

1- Debo gastar en esto: por cuestiones de salud, tengo que reforzar algunas partes de mi cuerpo y hacer musculación. Para eso, anduve viendo gimnasios donde algún profesor pueda orientarme para de aquí a dos meses cuando me liberen el ejercicio de musculación, pueda hacerlo. Para mí, implica un gasto importante dentro del presupuesto pero teniendo en cuenta que es por salud, lo pongo en esta columna.

2- Quiero gastar en esto: realmente me gustaría tener un profesor dándome orientaciones (y ánimos para continuar) así que definitivamente está en la columna de “quiero”.

3- Puedo gastar en esto: y aquí llegamos a la dura realidad. Tal vez pueda mantenerlo por un par de meses pero un gimnasio hoy por hoy no es sustentable en nuestro presupuesto. Simplemente no se puede.

Y viene la pregunta: ¿qué hacemos cuando la columna del “puedo” nos da una respuesta negativa? ¿Nos tiramos a llorar en posición fetal?

No. Simplemente buscamos alternativas. Porque muchos “Debo gastar en esto” se transforman en “Quiero gastar en esto” cuando analizados bajo una lupa. En mi caso, hoy cuento con la posibilidad de salir a caminar o correr fuera de casa y hacer ejercicios de musculación básicos con pesitas de 2 kg que me compré, unas tobilleras de 1 kg y el poder de los abdominales (que no tengo, solo digo que no necesito un gimnasio para eso) y videos de Youtube para hacer en casa. Cuando llegue la hora, tal vez sí entre en mi presupuesto pagarme un profesor particular una o dos veces por mes para guiarme en vez de meterme en un plan de 12 meses en un gimnasio que no voy a poder pagar.

Hacé la prueba. Dividí tus gastos en estas columnas y analizalos. ¿Cuántos quedan en el “Debo gastar en esto”? ¿Cuántos en el “Quiero”? ¿Y cuánto realmente quedan después de pasar por el “Puedo gastar en esto”?

La respuesta te puede sorprender.

Y para los que se preguntan cuál alternativa uso para el aceite de manzanilla, uso lavanda o lavandín. No es lo mismo pero es un buen sustituto.

Nos vemos la semana que viene con más Minimalismo Real.

Comments

Popular posts from this blog

Ep. 107 | 3 ideas para organizar y descartar "komono" (cositas)

Yo, pensando en cómo dejar de acumular cositas (La Prune, Manet- 1877) Entre las categorías para descartar y organizar de Marie Kondo, se encuentra la categoría " komono ",  que básicamente son cositas. La traducción que le dieron en español si no me falla la memoria es "misceláneas", es decir...cositas varias.  En casa somos maestros en acumular cositas. En llevar la palabra a otro nivel. En personificar y vivir komono. En casa, sí, estamos llenos de "cositas". Gomitas de pelo, clips, papelitos, fósforos, juguetitos, dibujitos, dados, monedas que no sirven para nada, bolitas Pokemón sin el Pokemon, un lápiz de labio, una honda de juguete, piensen en algo y nosotros lo tenemos. No ayuda para nada que somos todos acumuladores compulsivos de cositas. El otro día vi una piedrita en el piso y se la llevé a mi hija que está con librito de rocas. Y mis hijos después se traen otro sinfín de cosas de la calle. En fin, esta casa necesitaba una intervención urgente ...

3 ideas para repensar los zapatos

Yo no soy una gran amante de zapatos en general. Debe ser porque cuando era chica, alguien -no recuerdo quién- le dio a mi papá un par de sandalias tipo Jesucristo de cuero legítimo para mí. Eran para nenes y aunque a mí nunca me importó si las cosas eran de nenes o nenas, estas en particular eran muy feas. Y además, me quedaban un poco grandes y me lastimaban. Pero eran de cuero. Entonces, para el cumpleaños de la vecinita amiga mía de al lado, me dijo que me pusiera “las sandalias nuevas”. Yo no quise, protesté, lloré y me mandó al cumpleaños descalza. Por suerte la calle era de tierra, solo nos dividía un alambrado entre casa y casa y todo era puro terreno de pasto y tierra. Llegué llorando pero no me afectó tanto porque la mitad de los chicos ya estaban en patas jugando. En fin, traumas de infancia. Cuando crecí, solo usé zapatillas y sandalias hippies o chancletas. Hubo una época que compré unas chatitas para el trabajo pero la verdad, correr atrás de chicos requiere za...

2 formas de moldear tu ambiente

En algunos podcasts conté que en la mini sala conseguimos comprar un año y medio atrás una mesa que se abre. Es de 1,20 pero se extiende a 1,70. Es de vidrio y madera. Y el vidrio se rompió con algo, se rajó de punta a punta y no sabemos cómo hace unos días. Y me agarró una angustia. Porque no voy a poder arreglarlo ahora y probablemente quede así por mucho, mucho tiempo. En esa angustia dije que al final nunca podíamos tener nada lindo, que la casa siempre iba a ser un caos constante como estaba ahora, que no importaba cuánto sacáramos, cambiáramos, etc, siempre íbamos a vivir en un lugar que no era de nuestro gusto. Claro que no es la casa ni la mesa, vengo con mucho trabajo y con cuentas que se suman y me salió por ahí (y me compré un libro). Pero mi compañero, con quien nos turnamos por suerte en nuestros ataques de desesperación, empezó a juntar las cosas, ordenó un poco, barrió, lavó la ropa, los platos y dejó el departamento visiblemente mejor. Y la frase que muchas veces reapar...