Skip to main content

Vender, donar, tirar

Creo que puedo decir con bastante convicción que todos conocen el libro que después se hizo película llamado “Comer, rezar, amar”, ¿no? Bueno, nunca lo leí y la peli no la pude terminar porque me aburrió pero me dio la idea de organizar mi proceso por el minimalismo en etapas para tratar de organizar este pequeño departamento.

Hablamos un poquito sobre tirar, vender y donar cuando charlamos sobre las 3 reglas básicas que uso para minimalizar. En ese momento, hice la pregunta de si usamos un objeto o no en los últimos 12 meses y si la respuesta era no, entonces había que preguntarse si se podía vender, donar y si no se podía reciclar, tirar. Vamos a empezar con la primera parte:

Vender

Muchas veces cuando ya no queremos o no necesitamos más algo, pensamos en venderlo. Ponerlo en Internet y sacarle jugo al objeto. Salvar un restito de eso que gastamos. Pasa que muchas veces nos creemos que porque pagamos X cantidad de plata, nos merecemos un valor que no todos entienden como justo por ser algo usado. Si ves que pasan dos semanas y ni una intención de compra de alguien, a bajarle el precio. Y si bajando tampoco lo vendés, bajalo un poco más. Si en dos meses no hay noticias de un posible comprador, es hora de entender que tal vez tengamos que pasar a la próxima opción que es donar.

Donar

A veces lo que tenemos no es vendible o no lo podemos vender. Si no lo pudimos vender, podemos ponernos bastante reluctantes a la hora de pensar en donar. Porque pagamos caro o porque pensamos que merecemos cierto valor por ese objeto. O porque simplemente nos parece que todavía podemos usarlo si no lo pudimos vender. Hay algo que entendí mucho tiempo atrás cuando recibíamos ropas donadas en una organización en la que colaboraba: donar no es sacarte de encima lo que ya está destruido, inusable o roto. Donar es permitir que algo que ya no te hace falta, algo que no te sirve, algo que no necesita formar más parte de tu vida vaya para otras personas que sí pueden hacer uso de eso. ¿Te costó mucho, no lo pudiste vender y la verdad no lo estabas usando? Donalo. ¿Es algo en buen estado que no forma parte de tu vida hace meses? Donalo. ¿Estás dudando en venderlo o donarlo pero la verdad no tenés tiempo (o ganas) de ponerte a venderlo? Donalo. Ante la duda, doná. Vas a hacer feliz a alguien y vos vas a ser el responsable de esa felicidad.

Tirar

Algo que siempre me pregunto cuando estoy sacando cosas de casa es por qué vamos a tirar algo si lo pagamos con plata que nos costó horas de vida. No importa si es poco o mucho, nos costó tiempo. Entonces vienen las otras cuestiones: si está roto, ¿se puede arreglar? Si tiene arreglo, ¿es económicamente viable? Si no lo puedo arreglar, ¿lo puedo aprovechar para algo como reciclarlo o reusarlo? Y si nada de esto tiene un sí como respuesta, entonces lo tiro. Sin mucho preámbulo.

¿Cómo hacemos esto de vender, donar, tirar en casa?

Vender: yo la verdad no tengo ni tiempo ni paciencia para vender cosas. Salvo algunas excepciones, en general uso algunas plataformas que hacen todo por vos pero te cobran una comisión de casi (a veces más) del 50%. Yo lo pienso así: si lo hiciera, tendría que sacar fotos, publicar, responder preguntas, si se vende, enviar el producto, esperar que llegue, que la persona apruebe el pago y finalmente, cobrar algo. Prefiero entonces ganar menos pero ganar algo. La única excepción fueron unas cartas Pokemon que no encontré quién las vendiera y las voy a vender yo…hace por lo menos siete meses. Como ven, no tengo tiempo ni paciencia y probablemente en la próxima donación se vayan.

Donar: hay cosas, sobre todo ropa, que muchas veces están en buenas condiciones pero no lo suficiente como para vender. Pasa mucho con remeras, pantalones y zapatos. Pero el donar se aplica a cualquier cosa que no puedas vender, no uses y esté en buenas condiciones. Hace dos años, nos donaron una máquina de hacer pan. La verdad, no nos gustó ni un poco. Además de grande, el pan realmente no salía como esperábamos. Y la gracia de hacer pan está en amasar, seamos honestos. Venderla no íbamos a poder venderla porque ya era viejita así que la donamos porque seguía funcionando perfectamente. Sí, la máquina es cara para mi presupuesto. Pero no la íbamos a vender ni la íbamos a usar. Que otro pueda aprovecharla.

Tirar: no me gusta tirar nada. Siento que cada cosa que tiro, le deja un futuro insostenible a mis hijos. Si lo compré, fue por algo, pienso. Pero hay muchas cosas que compré por impulso -hola, cajitas con tapa de bambú que no sé para qué usarlas- que a la larga no van a servir para nada, no se van a poder vender y mucho menos donar. Así que uno termina tirando cosas. Y también están las cosas que hay que tirar porque ya pasaron hace rato su tiempo de vida. Entonces, cuando voy a tirar, hago un ritual…no, mentira, solo tiro las cosas. Si no entra en las categorías mencionadas de vender, donar y la extra, reciclar/ reutilizar, a la basura. Sin dolor. Bueno, un poco. El planeta…Pero sin mucho pensar porque para quienes tenemos problemas para dejar ir, pensar es lo peor que podemos hacer. Usá las categorías que mencioné y si no hay nada que hacerle, decile chau.

Nos vemos la semana que viene con más Minimalismo Real.

Comments

Popular posts from this blog

Ep. 107 | 3 ideas para organizar y descartar "komono" (cositas)

Yo, pensando en cómo dejar de acumular cositas (La Prune, Manet- 1877) Entre las categorías para descartar y organizar de Marie Kondo, se encuentra la categoría " komono ",  que básicamente son cositas. La traducción que le dieron en español si no me falla la memoria es "misceláneas", es decir...cositas varias.  En casa somos maestros en acumular cositas. En llevar la palabra a otro nivel. En personificar y vivir komono. En casa, sí, estamos llenos de "cositas". Gomitas de pelo, clips, papelitos, fósforos, juguetitos, dibujitos, dados, monedas que no sirven para nada, bolitas Pokemón sin el Pokemon, un lápiz de labio, una honda de juguete, piensen en algo y nosotros lo tenemos. No ayuda para nada que somos todos acumuladores compulsivos de cositas. El otro día vi una piedrita en el piso y se la llevé a mi hija que está con librito de rocas. Y mis hijos después se traen otro sinfín de cosas de la calle. En fin, esta casa necesitaba una intervención urgente ...

3 ideas para repensar los zapatos

Yo no soy una gran amante de zapatos en general. Debe ser porque cuando era chica, alguien -no recuerdo quién- le dio a mi papá un par de sandalias tipo Jesucristo de cuero legítimo para mí. Eran para nenes y aunque a mí nunca me importó si las cosas eran de nenes o nenas, estas en particular eran muy feas. Y además, me quedaban un poco grandes y me lastimaban. Pero eran de cuero. Entonces, para el cumpleaños de la vecinita amiga mía de al lado, me dijo que me pusiera “las sandalias nuevas”. Yo no quise, protesté, lloré y me mandó al cumpleaños descalza. Por suerte la calle era de tierra, solo nos dividía un alambrado entre casa y casa y todo era puro terreno de pasto y tierra. Llegué llorando pero no me afectó tanto porque la mitad de los chicos ya estaban en patas jugando. En fin, traumas de infancia. Cuando crecí, solo usé zapatillas y sandalias hippies o chancletas. Hubo una época que compré unas chatitas para el trabajo pero la verdad, correr atrás de chicos requiere za...

2 formas de moldear tu ambiente

En algunos podcasts conté que en la mini sala conseguimos comprar un año y medio atrás una mesa que se abre. Es de 1,20 pero se extiende a 1,70. Es de vidrio y madera. Y el vidrio se rompió con algo, se rajó de punta a punta y no sabemos cómo hace unos días. Y me agarró una angustia. Porque no voy a poder arreglarlo ahora y probablemente quede así por mucho, mucho tiempo. En esa angustia dije que al final nunca podíamos tener nada lindo, que la casa siempre iba a ser un caos constante como estaba ahora, que no importaba cuánto sacáramos, cambiáramos, etc, siempre íbamos a vivir en un lugar que no era de nuestro gusto. Claro que no es la casa ni la mesa, vengo con mucho trabajo y con cuentas que se suman y me salió por ahí (y me compré un libro). Pero mi compañero, con quien nos turnamos por suerte en nuestros ataques de desesperación, empezó a juntar las cosas, ordenó un poco, barrió, lavó la ropa, los platos y dejó el departamento visiblemente mejor. Y la frase que muchas veces reapar...