Skip to main content

El día perfecto

Unos años atrás leí un texto que me quedó en la cabeza e intenté sin mucho éxito, ponerlo en práctica. Todo partía de la pregunta “¿qué querés de verdad?” y hablaba del día perfecto. Era un ejercicio en realidad, no una pregunta de coach de autoayuda. Era realmente una pregunta honesta: qué querés de verdad. ¿Vos lo sabés o tenés una respuesta genérica del tipo Sandra Bullock en la película Miss Simpatía que todas las concursantes para reina de belleza decían que querían la paz mundial?

  • ¿Cómo te imaginabas que ibas a estar a esta edad, en este momento, cuando eras adolescente?
  • ¿En qué momento empezaste a tomar las desiciones que te trajeron hasta hoy y si no estás feliz con el resultado, qué podrías hacer ahora para modificarlas?

Sí, todos queremos eso, claro, pero estoy hablando de algo específico, algo muy tuyo, muy propio. Para ayudarte un poco con esta pregunta, respondé rápido y sin pensar esto:

Las respuestas pueden ser crueles pero necesarias. O alegres, porque estamos donde queríamos, no lo sé. De cualquier forma, siempre es bueno rever nuestras vidas y ajustar lo que necesitamos. Para eso, el ejercicio maravilloso de imaginar tu día perfecto, puede ayudarte. Consiste en escribir detalladamente cómo sería ese día, sin restricciones. No considerás nada extra, solo eso, tu día perfecto. ¿A qué horas te levantás? ¿Cómo te sentís cuando te levantás? ¿Que comés? ¿Cómo es el lugar donde vivís? Todas cuestiones específicas.

A partir de ahí, uno va intentando reconstruir su vida de forma realista. Por ejemplo, yo me veo en determinados horarios haciendo actividades como artes marciales o música pero la realidad es que por el trabajo, dinero y familia, hoy por hoy no puedo. Cuando escribo mi día perfecto, no tengo en cuenta a mi compañero o a mis hijos o sea, en la vida real no soy sola. Y ni quiero serlo, pero en mi día perfecto las horas libres son dedicadas enteramente a mí. Entonces reformulo: no puedo hacer artes marciales por falta de tiempo y plata, entonces hago ejercicios en casa con unos videos de Youtube cuando sé que mi familia no está necesitándome. ¿Es lo que quiero? No exactamente, pero la actividad física que es parte de mi día perfecto esta cubierta por ese lado.

Cuando escribas tu día perfecto, hacelo hora por hora, momento a momento, describiendo cómo te sentís y cómo es el ambiente. Y es probablemente que cuando lo hagas, pongas un montón de cosas. Y acá entra el minimalismo: cuando nos enfrentamos con la realidad, nos damos cuenta que es muy plausible que la mitad de lo que escribimos no entre en la agenda, porque no somos ni millonarios ociosos ni vivimos del aire.

Minimalizar nuestro día perfecto es también priorizar lo que realmente es importante porque como ya dijimos varias veces, si todo es importante, nada es importante.

Hacer esto no significa conformarse sino simplemente intentar alcanzar aquello que queremos de una forma real. Puede que no lo consigamos, pero vamos a estar más cerca de aquel día perfecto sin olvidarnos de nuestra realidad.

Hace unas semanas que vengo haciendo este ejercicio y vengo fallando bastante. Por ejemplo, me había propuesto hacer siete veces por semana los ejercicios y ahora puse cuatro. Todavía no resolví la cuestión de la rutina alimentaria ni horarios para hacer actividades con la familia durante la semana. Pero minimalizar la cantidad de cosas que supuestamente podría hacer en mi día perfecto y que termino medio que autoimponiendome en la vida real, me ayudó a ver que siempre menos es más. El día perfecto no siempre es cuánto hacemos sino cómo y con quién lo hacemos.

El punto es: intentalo. Muchas veces podemos elegir, muchas veces no y otras esa elección es difusa. Hacé el ejercicio de preguntarte cómo te gustaría que fuera tu vida. Y empezá a construir desde ahí. Minimalizando posibilidades para que las elecciones que tengas que tomar sean pocas pero importantes, va a hacer que el trabajo de elegir sea más fácil.

Voy a dejar algunas preguntas que me hago en el Instagram @minimalismoreal.ar caso quieras verlas. Nos vemos con más Minimalismo Real la semana que viene.

Comments

Popular posts from this blog

Ep. 107 | 3 ideas para organizar y descartar "komono" (cositas)

Yo, pensando en cómo dejar de acumular cositas (La Prune, Manet- 1877) Entre las categorías para descartar y organizar de Marie Kondo, se encuentra la categoría " komono ",  que básicamente son cositas. La traducción que le dieron en español si no me falla la memoria es "misceláneas", es decir...cositas varias.  En casa somos maestros en acumular cositas. En llevar la palabra a otro nivel. En personificar y vivir komono. En casa, sí, estamos llenos de "cositas". Gomitas de pelo, clips, papelitos, fósforos, juguetitos, dibujitos, dados, monedas que no sirven para nada, bolitas Pokemón sin el Pokemon, un lápiz de labio, una honda de juguete, piensen en algo y nosotros lo tenemos. No ayuda para nada que somos todos acumuladores compulsivos de cositas. El otro día vi una piedrita en el piso y se la llevé a mi hija que está con librito de rocas. Y mis hijos después se traen otro sinfín de cosas de la calle. En fin, esta casa necesitaba una intervención urgente ...

2 formas de moldear tu ambiente

En algunos podcasts conté que en la mini sala conseguimos comprar un año y medio atrás una mesa que se abre. Es de 1,20 pero se extiende a 1,70. Es de vidrio y madera. Y el vidrio se rompió con algo, se rajó de punta a punta y no sabemos cómo hace unos días. Y me agarró una angustia. Porque no voy a poder arreglarlo ahora y probablemente quede así por mucho, mucho tiempo. En esa angustia dije que al final nunca podíamos tener nada lindo, que la casa siempre iba a ser un caos constante como estaba ahora, que no importaba cuánto sacáramos, cambiáramos, etc, siempre íbamos a vivir en un lugar que no era de nuestro gusto. Claro que no es la casa ni la mesa, vengo con mucho trabajo y con cuentas que se suman y me salió por ahí (y me compré un libro). Pero mi compañero, con quien nos turnamos por suerte en nuestros ataques de desesperación, empezó a juntar las cosas, ordenó un poco, barrió, lavó la ropa, los platos y dejó el departamento visiblemente mejor. Y la frase que muchas veces reapar...

3 ideas para repensar los zapatos

Yo no soy una gran amante de zapatos en general. Debe ser porque cuando era chica, alguien -no recuerdo quién- le dio a mi papá un par de sandalias tipo Jesucristo de cuero legítimo para mí. Eran para nenes y aunque a mí nunca me importó si las cosas eran de nenes o nenas, estas en particular eran muy feas. Y además, me quedaban un poco grandes y me lastimaban. Pero eran de cuero. Entonces, para el cumpleaños de la vecinita amiga mía de al lado, me dijo que me pusiera “las sandalias nuevas”. Yo no quise, protesté, lloré y me mandó al cumpleaños descalza. Por suerte la calle era de tierra, solo nos dividía un alambrado entre casa y casa y todo era puro terreno de pasto y tierra. Llegué llorando pero no me afectó tanto porque la mitad de los chicos ya estaban en patas jugando. En fin, traumas de infancia. Cuando crecí, solo usé zapatillas y sandalias hippies o chancletas. Hubo una época que compré unas chatitas para el trabajo pero la verdad, correr atrás de chicos requiere za...