Skip to main content

3 formas de crear un hogar que te guste

Los últimos quince años de mi vida se caracterizaron por estar constantemente mudándome por diferentes motivos. Por casi cuatro años viví de pensión en pensión hasta que conocí a mi compañero y alquilamos un departamento por varios años. Era de un cuarto, tuvo poquísimas cosas porque la verdad no necesitábamos mucho y me encantaba porque llegabas y sentías que estabas en casa. En tu casa. Faltaban dos semanas para que llegaran nuestros mellizos y el dueño del departamento nos dice que nos aumenta el alquiler y que como lo pensaba vender, íbamos a tener que recibir posibles compradores. Me imaginé con dos bebés sin sistema inmunológico desarrollado, tratando de lidiar con los gastos que se nos venían y sin dudarlo, le dije que nos íbamos a fin de mes. Tuvimos mucha suerte que un alumno mío alquilaba su departamento. Los gordos nacieron y una semana después, estábamos en plena mudanza. Seis meses después, volvíamos a mi localidad. Cuatro años después, nos volvíamos a mudar a 2500 km de mi familia a un departamento minúsculo pero prestado así que yo soy de las felices personas que no pagan alquiler, solo expensas y servicios. Pero claro, en todas estas mudanzas, idas y venidas, hubo dos cuestiones que marcaron mucho mi vida: el deseo de volver a estar en un lugar que sintiera un hogar como aquel departamento que compartí primero con mi compañero y la constante falta de plata para conseguir llegar a ese ideal de hogar que tenía en mi cabeza.

Cuando llegamos a donde estamos hoy, llegamos con una valija. El departamento tenía algunos muebles básicos, heladera, cocina y un colchón en el piso para los chicos y un colchón para nosotros. Para quien no tiene un centavo y dos hijos chicos, fue una regalo caído del cielo, no me quejo. Pero la sensación de derrota era grande. Y llegó poco después la pandemia. Fue cuando nos sentamos con mi compañero a charlar sobre qué íbamos a hacer porque se nos venían unos meses difíciles. ¿Qué decidimos? Arreglar el departamento para estar cómodos. No podíamos comprar nada. Pero podíamos sacar cosas. Hacer espacio. Hacer lugar en nuestros 40 m2. Y el departamento prestado se fue transformando de a poco y con el pasar de los meses, en un hogar. ¿Cómo?

1- Hacé una revisión de tus muebles y electrodomésticos.

Muchos de nosotros tenemos muebles heredados, donados, dados, cositas que alguien estaba vendiendo barato y compramos porque cuándo voy a poder comprarlo por ese precio, etc. Incluí todo lo que tengas en casa. Ahora mirá los electrodomésticos y por electrodomésticos me refiero también a la televisión, computadora, licuadora, lavarropas, microondas, heladera, especialmente lo que ocupe un lugar importante. Una vez que tengas todo listadito en papel o en tu mente, pensá en cómo lo usás:

  • ¿Lo uso diariamente?
  • Si no lo uso diariamente pero lo uso, ¿puedo reemplazarlo por algo que ya tengo? Por ejemplo, un mixer que uso cada muerte de obispo, ¿no puedo usar un tenedor para mezclar cosas de vez en cuando?
  • ¿Es de un tamaño acorde al espacio que tengo? Nosotros teníamos una mesa gigante que vino con el departamento. Hermosa, de madera. Pero gigante. Apenas pudimos comprar una mesa menor (y que se estira cuando necesitamos), lo hicimos. Ahora hay espacio y cuando viene gente, solo estiramos la mesa.
  • ¿Me gusta o es útil? Tenemos un mueble chico de madera, también heredado. Es hermoso y le pusimos una caja de zapatos para poder usarlo. Se quedó. Teníamos una pochoclera eléctrica, esas que hacen pochoclo con aire caliente. Era linda, moderna, combinaba con todo pero ocupaba espacio y el pochoclo que hacía era insulso. La donamos. Preguntate si lo que tenés es útil o te gusta y si no responde a ninguna de las dos con un sí, deshacete de eso.

En general, diría que por lo menos 1/3 de lo que tenés cuando lo revisás, te das cuenta que podría no estar ahí. Así que a revisar para vender, donar o tirar y abrir espacio en casa.

2- Establecé reglas de ingresos de cosas nuevas.

En casa por cada cosa nueva que entra, una tiene que salir. En teoría. Porque muchas veces no lo hacemos y es por eso que cada tanto hacemos una limpieza general y nos deparamos con bolsas de cosas para donar o tirar o vender. Pero a grandes rasgos sirve.

Crear un hogar al que te guste llegar implica entrar en tu casa y sentirte cómodo. Sentir que podés descansar ahí. Implica negociar con vos misma y si convivís con otros, con ellos también. Podemos pensar en reglas como:

  • Todas las cosas en casa tienen su casita (todo tiene su lugar para ser guardado y si no entra, repensar lo que va a entrar y lo que ya tenemos).
  • La que comenté, por cada cosa nueva que entra, algo sale.
  • Establecer preguntas antes de realizar compras que no sean estrictamente necesarias (¿por qué voy a comprar esto? ¿Tengo plata suficiente para hacerlo? ¿Lo voy a usar?).

Cada uno establecerá las reglas que mejor le quepan porque bueno, cada casa es un mundo. Lo que sirve para mí, puede no servir en vos. Lo que sí sabemos es que es necesario controlar un poco nuestro impulso de transformar la casa en un depósito. Y a veces eso lo conseguimos con reglas.

3- No existe el después

Con esto me refiero a que no podemos pensar que después, más tarde, cuando tengamos plata, vamos a conseguir tener la casa que queremos. A mí me gustaría tener todo de madera, pero no solo no me da el presupuesto como mi compañero no comparte el gusto excesivo que tengo por ese material. Así que un hogar que te guste se crea con lo que tenés en ese momento. No estoy queriendo decir que debamos conformarnos con lo que tenemos hoy; uno siempre quiere mejorar o cumplir sus sueños de vivir en la casa que se imaginó que viviría años atrás. No hay que dejar de buscar eso, claro. Pero sí necesitamos tener un pie en la realidad y no quedarnos soñando en lo que tal vez algún día consigamos.

Hace un tiempo escuché una frase que me quedó grabada y decía algo así: moldeá tu ambiente de manera que te sientas bien con él antes de que el ambiente te moldee a vos. Y esto es algo muy real. Una amiga mía una vez dijo que el estado en cómo está tu casa, está tu cabeza y creo que tiene que ver con esta primera frase. El ambiente donde estamos puede ser un gatillo para la ansiedad, para la tristeza, para el desánimo o puede ser un gatillo para ser más creativos, más reflexivos, más abiertos a nuevas cosas como invitar gente a tomar unos mates o explorar nuevas áreas. Si nuestro ambiente es un caos, difícilmente podamos encontrar espacio para intentar aprender a dibujar, tengamos ganas de invitar a alguien o nos den ganas de leer un libro sobre algo nuevo. No esperes a tener aquel mueble, aquel objeto o mudarte a aquel departamento en aquel barrio que siempre quisiste. Solo tenemos el hoy para estar bien y si estás bien hoy, se va a reflejar en tu mañana (uau, qué profundo eso, jajaja).

Y no hace falta tener la casa que viste en Pinterest para moldear tu ambiente en un espacio en el que te sientas cómodo. Fue eso que aprendimos abrazando nuestro departamento prestado de 40 m2 y hoy podemos decir que este es nuestro hogar.

Espero que puedas con estas tres ideas, crear un hogar que te guste.

Nos vemos la semana que viene con más Minimalismo Real.

Comments

Popular posts from this blog

Ep. 107 | 3 ideas para organizar y descartar "komono" (cositas)

Yo, pensando en cómo dejar de acumular cositas (La Prune, Manet- 1877) Entre las categorías para descartar y organizar de Marie Kondo, se encuentra la categoría " komono ",  que básicamente son cositas. La traducción que le dieron en español si no me falla la memoria es "misceláneas", es decir...cositas varias.  En casa somos maestros en acumular cositas. En llevar la palabra a otro nivel. En personificar y vivir komono. En casa, sí, estamos llenos de "cositas". Gomitas de pelo, clips, papelitos, fósforos, juguetitos, dibujitos, dados, monedas que no sirven para nada, bolitas Pokemón sin el Pokemon, un lápiz de labio, una honda de juguete, piensen en algo y nosotros lo tenemos. No ayuda para nada que somos todos acumuladores compulsivos de cositas. El otro día vi una piedrita en el piso y se la llevé a mi hija que está con librito de rocas. Y mis hijos después se traen otro sinfín de cosas de la calle. En fin, esta casa necesitaba una intervención urgente ...

3 ideas para repensar los zapatos

Yo no soy una gran amante de zapatos en general. Debe ser porque cuando era chica, alguien -no recuerdo quién- le dio a mi papá un par de sandalias tipo Jesucristo de cuero legítimo para mí. Eran para nenes y aunque a mí nunca me importó si las cosas eran de nenes o nenas, estas en particular eran muy feas. Y además, me quedaban un poco grandes y me lastimaban. Pero eran de cuero. Entonces, para el cumpleaños de la vecinita amiga mía de al lado, me dijo que me pusiera “las sandalias nuevas”. Yo no quise, protesté, lloré y me mandó al cumpleaños descalza. Por suerte la calle era de tierra, solo nos dividía un alambrado entre casa y casa y todo era puro terreno de pasto y tierra. Llegué llorando pero no me afectó tanto porque la mitad de los chicos ya estaban en patas jugando. En fin, traumas de infancia. Cuando crecí, solo usé zapatillas y sandalias hippies o chancletas. Hubo una época que compré unas chatitas para el trabajo pero la verdad, correr atrás de chicos requiere za...

2 formas de moldear tu ambiente

En algunos podcasts conté que en la mini sala conseguimos comprar un año y medio atrás una mesa que se abre. Es de 1,20 pero se extiende a 1,70. Es de vidrio y madera. Y el vidrio se rompió con algo, se rajó de punta a punta y no sabemos cómo hace unos días. Y me agarró una angustia. Porque no voy a poder arreglarlo ahora y probablemente quede así por mucho, mucho tiempo. En esa angustia dije que al final nunca podíamos tener nada lindo, que la casa siempre iba a ser un caos constante como estaba ahora, que no importaba cuánto sacáramos, cambiáramos, etc, siempre íbamos a vivir en un lugar que no era de nuestro gusto. Claro que no es la casa ni la mesa, vengo con mucho trabajo y con cuentas que se suman y me salió por ahí (y me compré un libro). Pero mi compañero, con quien nos turnamos por suerte en nuestros ataques de desesperación, empezó a juntar las cosas, ordenó un poco, barrió, lavó la ropa, los platos y dejó el departamento visiblemente mejor. Y la frase que muchas veces reapar...