Skip to main content

Somos un cero

El cero es un concepto fantástico. Los matemáticos pueden probarte que el cero existe como número pero si tenés cero de algo, en realidad no tenés nada. Qué contradicción, ¿no?

Hace un tiempo, mi compañero me mandó un texto llamado “El mejor machete para reinventarse a uno mismo” (para quien no use esa palabra, machete es ese papel que llenamos con el contenido de una prueba en la escuela y que muy sospechosa- pero delicadamente- intentamos leer para no desaprobar). El texto es largo pero interesante y tiene algunos aspectos que pueden ayudarnos implementar o seguir con el desapego. Yo adapté algunas cositas para hablar de minimalismo. Veamos…

Una de las premisas es que somos un cero. Cuando queremos reinventarnos, no pensemos en quién somos hoy sino en lo que queremos ser. Porque somos un cero. No hay pasado. Entonces las respuestas a algunas preguntas son más fáciles.

1- No sé qué sacar de mi vida.

El minimalismo no es solo deshacerte de cosas. El minimalismo es disminuir para sumar lo que te haga bien. Si no sabés qué sacar de tu vida, qué minimalizar para tener más de lo que te hace bien, pensá en tu salud, diría James Altucher, quien escribió este texto sobre reinventarse. A todos nos importa (o nos debería importar) la salud. Agarrate de eso y disminuí lo que no te hace bien. Aumentá lo que te ayuda a estar mejor. Puede ser tomar un poco más de agua o bajarte una parada de colectivo antes para caminar un poco más. O terminar una relación amorosa, de amistad, no sé. Y como somos un cero, podemos empezar (o seguir) desde donde queramos.

2- ¿Mi vida va a mejorar con el minimalismo?

Si sos un cero, solo hay camino para arriba como diría el cantautor español Joan Manuel Serrat en su canción “Bienaventurados”. Él cantaba, en un disco de 1980 y no sé qué (gracias, padres por militar musicalmente durante mi infancia ochentosa): “Bienaventurados los que están en el fondo del pozo porque de ahí en adelante solo cabe ir mejorando”. No tengo idea en qué situación está tu vida. Si estás bien o estás mal o estás más o menos. O luchando, como la mayoría de nosotros. Entonces, vamos a pensar que minimalizar todo ese ruido que nos está impidiendo avanzar (hacia donde creamos que tenemos que avanzar) solo puede ayudarnos. La palabra “ruido” me encanta. Como música frustrada, el ruido para mí es todo lo que desentona, todo aquello que en mi violín sonaba a que estaba matando a un gato. Minimalizá el ruido de tu vida y el cero de tu vida se va a convertir en algún número positivo. Tal vez no en el que te estabas enfocando, pero sí en algo un poquito mejor.

3- No tengo plata para hacer cambios drásticos.

Cada vez que hablo en estos podcasts, asumo que tus necesidades básicas están cubiertas (techo, comida, salud). Honestamente, si no están cubiertas esas necesidades, no voy a dar consejos de nada. Porque por suerte, inclusive en tiempos difíciles, tuve el privilegio de tener esas necesidades básicas cubiertas siempre. Y una familia que independientemente de lo que pasara, estaría ahí para ayudarme. Entonces, voy a asumir que estamos con esas necesidades cubiertas. Yo la verdad nunca tuve plata para hacer cambios drásticos. Muchos cambios en esta familia fueron saltos de fe (en la Pachamama, en Thor y en cualquier entidad mística que nos escuchase en ese momento). No te pediría jamás un salto de fe en ninguna circunstancia. Pero sí te voy a pedir que pienses que los cambios no necesitan ser drásticos. Ni necesitamos plata para los cambios importantes. Para comenzar, las personas no cambiamos. Somos quienes somos siempre. Esto puede sonar controversial pero en mi humilde opinión, podemos ser una mejor o peor versión de nosotros mismos pero la esencia es la misma. Mi profe de psicología durante el profesorado decía que hacíamos lo que podíamos, no lo que queríamos. Tardé mucho en entender esa frase y discutí mucho con ella por eso porque por cuestiones personales realmente no lo entendía. Hoy lo comprendo. Hacemos lo que podemos en las circunstancias en las que nos encontramos. Las circunstancias no las controlamos (presidente al que no votamos, el compañero o compañera que no aguantamos, el colectivero de mal humor, etc). Controlamos cómo reaccionamos. Entonces, como dije, para empezar, teniendo las necesidades básicas cubiertas, no necesitamos plata para hacer cambios. Y ni necesitamos hacer cambios drásticos de verdad. Necesitamos rever dónde estamos. Qué queremos. Y para dónde vamos. Nada más. Hacer ejercicios para mejorar la salud no cuesta plata. Yo no voy a ningún gimnasio porque no me da el presupuesto por ejemplo. Limitar obligaciones no cuesta plata. O rever tareas autoimpuestas. No quiero que te sientas culpable por hacer o no una revisión de lo que importa en tu vida. Pero sí que entiendas que lo esencial sacando techo, comida y salud, no cuesta plata. Y cuando sos un cero, se empieza de la nada. Y la nada a veces puede ser muy buena para comenzar cosas nuevas.

4- Las elecciones que hagas hoy van a estar en tu biografía y en tu biología.

Esas frases son del texto que menciono al comienzo y que dejo el enlace en los comentarios. Y me parecen importantes para repensar un poco nuestras decisiones. Hoy, mi compañero está sin trabajo fijo. Antes, fui yo. Y nos fuimos acompañando. A pesar de los malos momentos. Elegimos apoyarnos incluso cuando unos años atrás los dos nos quedamos sin trabajo. Eso es algo que le vamos a poder contar a los chicos. Está en nuestra biografía. Mis exámenes del mes pasado me dieron buenas noticias y pude sonreír pensando en un futuro. En mi caso particular, mis elecciones hicieron la diferencia (aunque sé que no siempre las elecciones personales son las que determinan un resultado en la salud, quiero dejar eso claro). Eso está en mi biología. No tenemos control de lo que vendrá, ni en lo social, económico o en la salud. Pero podemos elegir buscar las mejores opciones dentro de las posibilidades. Escribamos nuestra biografía. Y tratemos de mejorar nuestra biología. Porque somos un cero. Y podemos reescribirnos cuando queramos.

No quiero que todo esto suene a coaching medio pelo. Quiero que sirva para repensar un poco nuestras situaciones particulares. Ver algo bueno en todo esto. Porque si somos un cero, vamos por el uno. Y el dos. Y todos los demás números.

El otro día hacíamos cuentas con mi compañero. Y puse una canción de fondo. Él, que viene de otra cultura y habla otro idioma, se empezó a reír. Porque es una canción que pongo cada vez que tenemos problemas. Es de una banda que amo y me acompaña desde la adolescencia llamada “La Renga”. La canción es “Bailando en una pata”. Y básicamente dice que las cosas están mal. Pero que seguimos bailando en una pata. Dejo el principio porque nos representa a muchos:

“Golpea el cartero
una vez más llegan impuestos
para pagar de donde
voy a sacar ese maldito dinero que siempre me suele faltar.
Me cortan la luz, me cortan
el gas el alquiler aumenta
cada día más como puede ser
que labure todo el día y
nunca llegue a fin de mes.
Igual estoy bailando en una
pata aunque la plata no me
alcanza estoy bailando en una
pata podrán sacarme todo todo
menos el rock and roll”

Bailemos en una pata. Porque somos un cero y solo nos queda ir cuesta arriba diría Serrat.

Nos vemos la semana que viene con más Minimalismo Real.

Comments

Popular posts from this blog

Ep. 107 | 3 ideas para organizar y descartar "komono" (cositas)

Yo, pensando en cómo dejar de acumular cositas (La Prune, Manet- 1877) Entre las categorías para descartar y organizar de Marie Kondo, se encuentra la categoría " komono ",  que básicamente son cositas. La traducción que le dieron en español si no me falla la memoria es "misceláneas", es decir...cositas varias.  En casa somos maestros en acumular cositas. En llevar la palabra a otro nivel. En personificar y vivir komono. En casa, sí, estamos llenos de "cositas". Gomitas de pelo, clips, papelitos, fósforos, juguetitos, dibujitos, dados, monedas que no sirven para nada, bolitas Pokemón sin el Pokemon, un lápiz de labio, una honda de juguete, piensen en algo y nosotros lo tenemos. No ayuda para nada que somos todos acumuladores compulsivos de cositas. El otro día vi una piedrita en el piso y se la llevé a mi hija que está con librito de rocas. Y mis hijos después se traen otro sinfín de cosas de la calle. En fin, esta casa necesitaba una intervención urgente ...

3 ideas para repensar los zapatos

Yo no soy una gran amante de zapatos en general. Debe ser porque cuando era chica, alguien -no recuerdo quién- le dio a mi papá un par de sandalias tipo Jesucristo de cuero legítimo para mí. Eran para nenes y aunque a mí nunca me importó si las cosas eran de nenes o nenas, estas en particular eran muy feas. Y además, me quedaban un poco grandes y me lastimaban. Pero eran de cuero. Entonces, para el cumpleaños de la vecinita amiga mía de al lado, me dijo que me pusiera “las sandalias nuevas”. Yo no quise, protesté, lloré y me mandó al cumpleaños descalza. Por suerte la calle era de tierra, solo nos dividía un alambrado entre casa y casa y todo era puro terreno de pasto y tierra. Llegué llorando pero no me afectó tanto porque la mitad de los chicos ya estaban en patas jugando. En fin, traumas de infancia. Cuando crecí, solo usé zapatillas y sandalias hippies o chancletas. Hubo una época que compré unas chatitas para el trabajo pero la verdad, correr atrás de chicos requiere za...

2 formas de moldear tu ambiente

En algunos podcasts conté que en la mini sala conseguimos comprar un año y medio atrás una mesa que se abre. Es de 1,20 pero se extiende a 1,70. Es de vidrio y madera. Y el vidrio se rompió con algo, se rajó de punta a punta y no sabemos cómo hace unos días. Y me agarró una angustia. Porque no voy a poder arreglarlo ahora y probablemente quede así por mucho, mucho tiempo. En esa angustia dije que al final nunca podíamos tener nada lindo, que la casa siempre iba a ser un caos constante como estaba ahora, que no importaba cuánto sacáramos, cambiáramos, etc, siempre íbamos a vivir en un lugar que no era de nuestro gusto. Claro que no es la casa ni la mesa, vengo con mucho trabajo y con cuentas que se suman y me salió por ahí (y me compré un libro). Pero mi compañero, con quien nos turnamos por suerte en nuestros ataques de desesperación, empezó a juntar las cosas, ordenó un poco, barrió, lavó la ropa, los platos y dejó el departamento visiblemente mejor. Y la frase que muchas veces reapar...