Skip to main content

3 formas de saber cuánto es suficiente

Hay una frase japonesa que me gusta mucho que es “Ware tada taru wo shiru” y significa algo así como “sé cuánto es suficiente”. Por lo que pude descubrir de la frase tiempo atrás, es una frase que se encuentra en la vasija de un templo japonés y que se usa para purificarse antes de entrar. Me gusta la idea de que uno pueda tener esa consciencia de saber cuánto es suficiente. Pero suficiente qué, te preguntarás. Suficiente de lo que necesites respondo yo. Puede ser material, puede ser emocional. Podemos hablar de límites saludables con respecto a lo que entra en nuestro cuerpo, podemos hablar de límites espaciales para no traer cosas de más a casa. En fin, es muy amplio y muy personal. Cada tanto encuentro esa frase escrita en mi cuadernito de cosas que anoto y que me parecen interesantes.

¿Y cómo saber cuánto es suficiente? Te comparto 3 formas que a mí me sirve para repensar cada tanto si no estoy queriendo más de lo que necesito.

1- Saber la diferencia entre lo que querés y lo que necesitás.

Vamos con un ejemplo fácil que es lo material. Digamos que querés comprarte unas zapatillas Adidas porque es tu sueño de consumo. Pero como toda cosa de marca, cuesta un dinero importante que no cabe en tu presupuesto. Esto es algo que querés, no que necesitás porque si necesitás zapatillas es probable que puedas comprarte unas marca nacional igual de buenas (pero sin las tiritas). Nadie te dice que no te compres las Adidas. Pero si esa compra tiene un costo grande para vos, como endeudarte, es bueno entender que es suficiente la zapatilla marca nacional. Después si elegís endeudarte o dejar de hacer ciertas cosas para poder comprarlas, es como dice el verbo, una elección. Pero sabé que lo suficiente, generalmente tiene más que ver con lo que realmente necesitás y no con lo que querés. Porque lo que queremos, muchas veces supera a aquello que necesitamos de verdad y muchas veces nos lleva al exceso. Así que a estar atentos con esa diferencia.

2- Entender que lo que necesitamos, puede no gustarnos

Saber cuánto es suficiente tiene que ver con cuánto necesitamos. Pero muchas veces pensamos que lo que necesitamos es más de lo que realmente es preciso. Un ejemplo simple puede ser a nivel emocional. ¿Con cuántas personas se encontraron ya que requieren una atención casi devocional? Llamame, escribime, escúchame, viní a verme ya porque te necesito. Y lo que realmente esa persona puede necesitar, es que alguien le dé espacio para repensar un poco esa necesidad de atención. O cuando uno dice “necesito ese celular, esa ropa nueva, ese par de zapatos, esa licuadora”, lo que sea. ¿Necesitás todo eso o necesitás tener más tiempo para vos y entenderte mejor en vez de llenarte de cosas que te quiten el foco de lo importante? A veces necesitamos mucho menos de lo que pensamos. Y eso puede resultar muy incómodo. Sobre todo en un mundo que brilla por el exceso de todo, lo suficiente puede ser menos de lo que pensás.

3- Identificar excesos

Ah, pero qué inteligente que sos, dirán. Obviamente saber cuánto es suficiente implica identificar excesos. Y sí, claro que es parte de saber cuánto es suficiente, no nos vamos a escapar de las obviedades porque si fuera en realidad tan obvio, no estaríamos todos descartando cosas que no necesitamos. Cuando hablo de excesos nuevamente hablo de excesos físicos y emocionales. Los excesos físicos son los más fáciles de reconocer porque los vemos: si comemos mucho y no gastamos energía, engordamos. Si te compraste cosas que no caben en el límite de casa, te vas a encontrar con el desorden. Ahora, los emocionales son un poco más difíciles. Es como esa frase que me causa gracia: cuando llegue a mi límite no diré nada pero habrá señales. Las señales muchas veces no son reconocidas. Entonces, a prestar atención en dónde y cómo nos desbordamos. ¿Estamos comprando muchas cosas o trayendo muchas cosas a casa? ¿Estamos mirando mucha tele y drogándonos con las redes sociales? ¿Te estás llenando de actividades o cortando todo al nivel de no ver un ser humano nunca? Pensemos también que el exceso puede ser mucho de algo pero también disminuir mucho algo. Identificar esas exageraciones nos obliga también a repensar cuánto es realmente suficiente. Es como el agua: muy poco nos puede llegar a matar de deshidratación. Mucha agua no puede ser procesada por los riñones y nos puede traer consecuencias. Lo suficiente es lo que necesitás (volvemos al punto uno).

Hace unos muchos meses me reencontré con esa frase en un video de Samurai Matcha, un profesor japonés que hace video sobre minimalismo. Y él decía que la frase tenía el sentido de cuando estás satisfecho con lo que tenés, tu corazón está en paz. Creo que es un poco esto. Saber cuánto es suficiente no pasa por resignarse a vivir de una forma que no querés (por ejemplo, en una casa de 40 m2 como yo, me falta espacio, gente, me falta espacioooo). Sino a entender que hoy por hoy, que no tengo plata para mudarme, es mi lugar y es suficiente: tengo un techo donde vivir y un espacio con el que compartir con los que amo. Seguiré buscando mejores opciones pero tampoco voy a sentirme infeliz porque no tengo más. Hoy es suficiente. ¿Cuánto es suficiente para vos? `

Nos vemos la semana que viene con más Minimalismo Real.

Comments

Popular posts from this blog

Ep. 107 | 3 ideas para organizar y descartar "komono" (cositas)

Yo, pensando en cómo dejar de acumular cositas (La Prune, Manet- 1877) Entre las categorías para descartar y organizar de Marie Kondo, se encuentra la categoría " komono ",  que básicamente son cositas. La traducción que le dieron en español si no me falla la memoria es "misceláneas", es decir...cositas varias.  En casa somos maestros en acumular cositas. En llevar la palabra a otro nivel. En personificar y vivir komono. En casa, sí, estamos llenos de "cositas". Gomitas de pelo, clips, papelitos, fósforos, juguetitos, dibujitos, dados, monedas que no sirven para nada, bolitas Pokemón sin el Pokemon, un lápiz de labio, una honda de juguete, piensen en algo y nosotros lo tenemos. No ayuda para nada que somos todos acumuladores compulsivos de cositas. El otro día vi una piedrita en el piso y se la llevé a mi hija que está con librito de rocas. Y mis hijos después se traen otro sinfín de cosas de la calle. En fin, esta casa necesitaba una intervención urgente ...

2 formas de moldear tu ambiente

En algunos podcasts conté que en la mini sala conseguimos comprar un año y medio atrás una mesa que se abre. Es de 1,20 pero se extiende a 1,70. Es de vidrio y madera. Y el vidrio se rompió con algo, se rajó de punta a punta y no sabemos cómo hace unos días. Y me agarró una angustia. Porque no voy a poder arreglarlo ahora y probablemente quede así por mucho, mucho tiempo. En esa angustia dije que al final nunca podíamos tener nada lindo, que la casa siempre iba a ser un caos constante como estaba ahora, que no importaba cuánto sacáramos, cambiáramos, etc, siempre íbamos a vivir en un lugar que no era de nuestro gusto. Claro que no es la casa ni la mesa, vengo con mucho trabajo y con cuentas que se suman y me salió por ahí (y me compré un libro). Pero mi compañero, con quien nos turnamos por suerte en nuestros ataques de desesperación, empezó a juntar las cosas, ordenó un poco, barrió, lavó la ropa, los platos y dejó el departamento visiblemente mejor. Y la frase que muchas veces reapar...

3 ideas para repensar los zapatos

Yo no soy una gran amante de zapatos en general. Debe ser porque cuando era chica, alguien -no recuerdo quién- le dio a mi papá un par de sandalias tipo Jesucristo de cuero legítimo para mí. Eran para nenes y aunque a mí nunca me importó si las cosas eran de nenes o nenas, estas en particular eran muy feas. Y además, me quedaban un poco grandes y me lastimaban. Pero eran de cuero. Entonces, para el cumpleaños de la vecinita amiga mía de al lado, me dijo que me pusiera “las sandalias nuevas”. Yo no quise, protesté, lloré y me mandó al cumpleaños descalza. Por suerte la calle era de tierra, solo nos dividía un alambrado entre casa y casa y todo era puro terreno de pasto y tierra. Llegué llorando pero no me afectó tanto porque la mitad de los chicos ya estaban en patas jugando. En fin, traumas de infancia. Cuando crecí, solo usé zapatillas y sandalias hippies o chancletas. Hubo una época que compré unas chatitas para el trabajo pero la verdad, correr atrás de chicos requiere za...