Skip to main content

El tiempo que no tenemos (y el minimalismo)

Hoy vengo con algunas historias personales tristes pero con un final feliz.

Casi cuatro años atrás mi abuela fue internada porque se había caído y necesitaba hacer una cirugía. Tenía un principio de Alzheimer y quedarse lejos en el hospital a 200 km de todo lo que conocía con mi mamá pudiendo visitarla solo 15 minutos en los que charlábamos con ella por video-llamada porque el COVID-19 no permitía más que eso, la hizo perderse un poco. Mi abuela falleció unos días después sin que la pudiera ver porque todo estaba cerrado para viajar. Cuando en 2019 dejamos nuestra casa buscando mejores oportunidades, nos abrazamos las dos llorando diciendo que en seis meses nos íbamos a volver, bisnietos y yo, o como mucho en un año, cuando la economía mejorara. La pandemia vino, nunca conseguimos volver, la economía nunca mejoró. Una semana después, sus cenizas fueron tiradas al mar.

En julio de 2015, mi abuelo fue internado en julio de ese año el mismo día que llegué a Buenos Aires con mi compañero que por primera vez visitaría mi pequeña ciudad. La idea era quedarse unos días en Buenos Aires, pero cuando llegué al aeropuerto, mi abuela me avisó que el abu había sido internado. Tomamos el micro y cinco horas después, estábamos allá. Al día siguiente, cuando estaba en el hospital, se sacó el respirador, me hizo un chiste y me mandó a jugar unos números a la lotería. Falleció esa noche y a pesar de estar tristes, me pude despedir a nuestra manera. Tiramos sus cenizas al mar. En diciembre de ese año, el mismo día que supe que estaba embarazada, mi papá que era medio Rambo y se metía al mar con un bote con agujeros para pescar, se subió a un árbol de casa para podarlo y se cayó. El médico me prohibió viajar pero yo pensé que él estaría bien porque no era la primera vez que hacía esas locuras. Mi mamá, que estaba separada de el hacía una década y media, estuvo con él hasta el final en el hospital y le contó que iba a ser abuelo en un momento de conciencia. Él sonrió, contó mi mamá, y perdió la consciencia de nuevo. Para mí, eso fue un cierre.

El martes pasado mi mamá hizo el mismo recorrido de 200 km que con mi abuela para acompañar a su marido de más de dos décadas a realizar una cirugía que podría darle un tiempito más pero no fue posible realizar la operación. Mi hermana el miércoles se tomó el micro para estar con ella y durante las casi cuatro horas de viaje hasta allá, supimos que él se había ido. No hubo tiempo de despedidas.

Cuando tenía unos 13 había una colección de libros clásicos que salió en un diario y yo, claro, la compré. Entre esos libros estaba el de Marco Aurelio, el emperador romano, llamado “Meditaciones”. Lo leí, algunas cosas no entendí, pero sí había una frase que hablaba sobre el tiempo. La frase dice así:

Podrías dejar esta vida ahora mismo. Que eso determine lo que hacés, decís y pensás

Marco Aurelio

Claro que a los 13 la entendí con un aire de “living la vida loca” y pasó. Cada tanto me acordaba de esa frase y nada más. Ahora que hay una moda del estoicismo (yo no sabía en esa época que así se llamaba la corriente filosófica del amigo Marco), reapareció esta y otras frases. Uno de los divulgadores actuales del estoicismo es Ryan Holiday y su podcast y canal de YouTube Daily Stoic. En un video dice una cosa que creo que tenemos que reflexionar mucho:

“No poseés a las personas que querés, no podés darlas por sentado. No podés pensar que van a estar acá para siempre, que las vas a tener para siempre. No las tenés ahora, están acá, con vos, como si fueran un préstamo de la vida”.

Ryan Holiday

Y con esto retomo el concepto principal del minimalismo que es tomar decisiones conscientes sobre nuestras cosas, nuestro tiempo, nuestra energía y nuestras relaciones para poder aprovechar la vida de la forma que mejor la entendamos. Porque al final, no importa si crees en dios, en dioses, en la otra vida, o como yo, en nada. La vida, vayas a donde te vayas después de irte de este mundo, va a ser otra cosa. Tu vida, esta que tenés, es ahora. Entonces no la llenes de cosas que no te sirven. No gastes tu plata (que se traduce en tiempo, porque trabajamos y usamos nuestro tiempo para ganarla) sin disfrutarla, solo por el hecho de gastarla. Tratá de resolver situaciones que no te hagan bien y si no podés solo o sola, busca ayuda. Nadie merece ni debe pasar por esta vida aguantando.

Yo sé que hay mucho que no depende de nosotros. La economía del país, si nos echan del trabajo, si nos enfermamos. Hay mucha cosa fuera de nuestro control. Sin embargo creo que lo que sí está dentro de lo que podemos controlar, nos ayuda mucho a crear una vida un poquito mejor. Controlá tu ambiente, controlá con quién decidís pasar tu tiempo. Reflexioná sobre tus reacciones y tus relaciones con gente, con cosas, con situaciones. Hay tanto que podemos hacer dentro de nuestras restricciones. No dejes de intentar disfrutar de esta vida con los que querés y lo que querés.

No podemos vivir nuestras vidas pensando que nos vamos a morir mañana pero podemos estar más presentes de verdad con las personas que amamos o con nosotros mismos. ¿Tenés media hora para pasar con tus hijos? Pasa media hora con ellos, no mirando el celular. ¿Tenés 5 minutos libres? No te quedes mirando Instagram si todavía no llamaste a aquel amigo al cual querías llamar hace una semana.

La vida puede a veces ser muy mala. Pero hay muchas personas y situaciones que hacen de ella un viaje maravilloso. Y si tenés la chance de estar con personas así o encontrar momentos así, no pierdas tiempo con aquello que podés y debés sacar de tu vida porque te quita el foco de lo importante. No pierdas tiempo porque como se llama este episodio, tiempo es lo que tenemos.

Termino con una frase también de Ryan Holiday:

“Inclusive si este no es el mejor para estar vivos, este es el momento en el que estás vivo”.

Ryan Holiday

Y creo que este es el final feliz: ser conscientes de que el presente y la vida es hoy. Y cuanto menos nos preocupemos con lo que no es importante, más tiempo y más espacio vamos a tener para enfocarnos en lo que lo es.

Nos vemos la semana que viene con más Minimalismo Real. Y con un tema más alegre 🙂

Comments

Popular posts from this blog

Ep. 107 | 3 ideas para organizar y descartar "komono" (cositas)

Yo, pensando en cómo dejar de acumular cositas (La Prune, Manet- 1877) Entre las categorías para descartar y organizar de Marie Kondo, se encuentra la categoría " komono ",  que básicamente son cositas. La traducción que le dieron en español si no me falla la memoria es "misceláneas", es decir...cositas varias.  En casa somos maestros en acumular cositas. En llevar la palabra a otro nivel. En personificar y vivir komono. En casa, sí, estamos llenos de "cositas". Gomitas de pelo, clips, papelitos, fósforos, juguetitos, dibujitos, dados, monedas que no sirven para nada, bolitas Pokemón sin el Pokemon, un lápiz de labio, una honda de juguete, piensen en algo y nosotros lo tenemos. No ayuda para nada que somos todos acumuladores compulsivos de cositas. El otro día vi una piedrita en el piso y se la llevé a mi hija que está con librito de rocas. Y mis hijos después se traen otro sinfín de cosas de la calle. En fin, esta casa necesitaba una intervención urgente ...

3 ideas para repensar los zapatos

Yo no soy una gran amante de zapatos en general. Debe ser porque cuando era chica, alguien -no recuerdo quién- le dio a mi papá un par de sandalias tipo Jesucristo de cuero legítimo para mí. Eran para nenes y aunque a mí nunca me importó si las cosas eran de nenes o nenas, estas en particular eran muy feas. Y además, me quedaban un poco grandes y me lastimaban. Pero eran de cuero. Entonces, para el cumpleaños de la vecinita amiga mía de al lado, me dijo que me pusiera “las sandalias nuevas”. Yo no quise, protesté, lloré y me mandó al cumpleaños descalza. Por suerte la calle era de tierra, solo nos dividía un alambrado entre casa y casa y todo era puro terreno de pasto y tierra. Llegué llorando pero no me afectó tanto porque la mitad de los chicos ya estaban en patas jugando. En fin, traumas de infancia. Cuando crecí, solo usé zapatillas y sandalias hippies o chancletas. Hubo una época que compré unas chatitas para el trabajo pero la verdad, correr atrás de chicos requiere za...

2 formas de moldear tu ambiente

En algunos podcasts conté que en la mini sala conseguimos comprar un año y medio atrás una mesa que se abre. Es de 1,20 pero se extiende a 1,70. Es de vidrio y madera. Y el vidrio se rompió con algo, se rajó de punta a punta y no sabemos cómo hace unos días. Y me agarró una angustia. Porque no voy a poder arreglarlo ahora y probablemente quede así por mucho, mucho tiempo. En esa angustia dije que al final nunca podíamos tener nada lindo, que la casa siempre iba a ser un caos constante como estaba ahora, que no importaba cuánto sacáramos, cambiáramos, etc, siempre íbamos a vivir en un lugar que no era de nuestro gusto. Claro que no es la casa ni la mesa, vengo con mucho trabajo y con cuentas que se suman y me salió por ahí (y me compré un libro). Pero mi compañero, con quien nos turnamos por suerte en nuestros ataques de desesperación, empezó a juntar las cosas, ordenó un poco, barrió, lavó la ropa, los platos y dejó el departamento visiblemente mejor. Y la frase que muchas veces reapar...