Skip to main content

Somos la suma de nuestras experiencias

Esta semana me encontré respondiéndole para alguien qué es ser minimalista; y mi respuesta fue bastante simple: es ver lo esencial a partir de lo que nuestras experiencias nos permiten. A ver, yo no ando por la vida diciendo que soy minimalista porque la verdad, no lo soy. Estoy siempre en el camino para serlo y creo que me voy a ir de este mundo (en muchos, mucho años, tipo 45, espero) diciendo esa frase. No soy minimalista, soy una suma de experiencias que me hicieron ver que menos es más. Y punto.

Y creo que son esas experiencias particulares, esas historias de vida, que nos dicen qué es el minimalismo para cada uno. Porque al final, minimalismo no es lo que digo yo, no es lo que dicen los que hace más tiempo que crean contenido sobre el asunto ni la nueva persona influencer que te dice la verdad absoluta sobre con cuántas cosas tenés que vivir para ser minimalista. El minimalismo es lo que vos entendes de eso. Y por este motivo, creo que:

1- El minimalismo depende de tu historia: si te criaste en un mundo de privaciones, el minimalismo para vos puede ser poder tener plata para comprarte lo que te gusta, lo que te parece bello, independientemente del valor. O como en mi caso, que siempre tuve un plato de comida en la mesa, es tener experiencias que valgan la pena recordar.

2- La plata importa pero no tanto: esto se aplica si tus necesidades básicas están cubiertas. Si no es así, ignórame. A veces pensamos que para alcanzar un cierto confort dentro del minimalismo se necesita plata. Es ese sillón y ese cuadro abstracto blanco y negro que aparece en Instagram, o como yo, que quedo enamorada de todo lo que es de bambú y lo quiero todo. Pero la verdad es que la plata viene a sumarnos, no a restarnos o a darnos deudas. Entonces el minimalismo puede que no tenga tanto que ver con adquirir y sí con lo que vos necesitás. Más espacio, más tiempo, más relaciones. Más vida. Fíjate qué de todo lo que viviste te puede mostrar aquello que todavía querés experimentar.

3- Ya sabes lo que no querés (o por lo menos, lo que no te hace feliz): si empezaste a transitar este camino del minimalismo, es porque hay alguna cosa que te está molestando. Y si ya sabés esto, como diría cualquier psicólogo amigo, estás a mitad de camino de sentirte mejor (no bien, dije mejor). Las experiencias que ya tuvimos nos van moldeando y como los chicos chiquitos que van descubriendo qué les gusta y no durante la introducción de comidas, nosotros vamos actuando igual durante nuestros años de adolescencia, juventud y adultez. Independientemente de la etapa de tu vida, seguro que ya hay cosas que no te gustan o que sabés que no querés para tu vida. Entonces, alinéalas con tus objetivos y metas de vida. Es una buena brújula para no irse para cualquier lado.

En mi opinión, y sin ponerme a hacer discursos de motivación, si estás acá es porque sabés que hay algo que te incomoda en la vida. Y eso tiene que ver con la suma de tus experiencias y conocerte mejor, saber quién sos hoy. No que vos hoy seas insuficiente o que haya algo equivocado con vos sino que hay algo en tu vida que no está funcionando (y no me refiero a vos, dejemos eso claro, porque todos no funcionamos al 100% en muchos momentos de la vida y está bien, sino seríamos robots). Usa esas experiencias para corregir lo que no te gusta y apoyar aquello que querés mantener. El minimalismo al final es eso, somos nosotros queriendo enfocarnos en lo que importa. Ojalá que no te resulte muy difícil verlo.

Nos vemos la semana que viene con más Minimalismo Real.

Comments

Popular posts from this blog

Ep. 107 | 3 ideas para organizar y descartar "komono" (cositas)

Yo, pensando en cómo dejar de acumular cositas (La Prune, Manet- 1877) Entre las categorías para descartar y organizar de Marie Kondo, se encuentra la categoría " komono ",  que básicamente son cositas. La traducción que le dieron en español si no me falla la memoria es "misceláneas", es decir...cositas varias.  En casa somos maestros en acumular cositas. En llevar la palabra a otro nivel. En personificar y vivir komono. En casa, sí, estamos llenos de "cositas". Gomitas de pelo, clips, papelitos, fósforos, juguetitos, dibujitos, dados, monedas que no sirven para nada, bolitas Pokemón sin el Pokemon, un lápiz de labio, una honda de juguete, piensen en algo y nosotros lo tenemos. No ayuda para nada que somos todos acumuladores compulsivos de cositas. El otro día vi una piedrita en el piso y se la llevé a mi hija que está con librito de rocas. Y mis hijos después se traen otro sinfín de cosas de la calle. En fin, esta casa necesitaba una intervención urgente ...

3 ideas para repensar los zapatos

Yo no soy una gran amante de zapatos en general. Debe ser porque cuando era chica, alguien -no recuerdo quién- le dio a mi papá un par de sandalias tipo Jesucristo de cuero legítimo para mí. Eran para nenes y aunque a mí nunca me importó si las cosas eran de nenes o nenas, estas en particular eran muy feas. Y además, me quedaban un poco grandes y me lastimaban. Pero eran de cuero. Entonces, para el cumpleaños de la vecinita amiga mía de al lado, me dijo que me pusiera “las sandalias nuevas”. Yo no quise, protesté, lloré y me mandó al cumpleaños descalza. Por suerte la calle era de tierra, solo nos dividía un alambrado entre casa y casa y todo era puro terreno de pasto y tierra. Llegué llorando pero no me afectó tanto porque la mitad de los chicos ya estaban en patas jugando. En fin, traumas de infancia. Cuando crecí, solo usé zapatillas y sandalias hippies o chancletas. Hubo una época que compré unas chatitas para el trabajo pero la verdad, correr atrás de chicos requiere za...

2 formas de moldear tu ambiente

En algunos podcasts conté que en la mini sala conseguimos comprar un año y medio atrás una mesa que se abre. Es de 1,20 pero se extiende a 1,70. Es de vidrio y madera. Y el vidrio se rompió con algo, se rajó de punta a punta y no sabemos cómo hace unos días. Y me agarró una angustia. Porque no voy a poder arreglarlo ahora y probablemente quede así por mucho, mucho tiempo. En esa angustia dije que al final nunca podíamos tener nada lindo, que la casa siempre iba a ser un caos constante como estaba ahora, que no importaba cuánto sacáramos, cambiáramos, etc, siempre íbamos a vivir en un lugar que no era de nuestro gusto. Claro que no es la casa ni la mesa, vengo con mucho trabajo y con cuentas que se suman y me salió por ahí (y me compré un libro). Pero mi compañero, con quien nos turnamos por suerte en nuestros ataques de desesperación, empezó a juntar las cosas, ordenó un poco, barrió, lavó la ropa, los platos y dejó el departamento visiblemente mejor. Y la frase que muchas veces reapar...