Skip to main content

Ep. 115 | Dos preguntas para minimalizar (posibles) proyectos

ABS8116-1000x1000

Yo, pensando qué otro curso puedo hacer en mis dos minutos libres por semana (Amélie Beaury-Saurel, 1894)

Julio se fue pero como todo julio (y enero), trajo millares de posibilidades de cursos y cosas para hacer en lo quo de resta la mitad del año. Yo, Doña Cursos, siempre lista, miré cada uno de ellos. Pero este año me tomé muy en serio eso de no llenarme de cosas (aunque siempre termino metiéndome en algo que no debía...en fin, sigamos). Y con mucho esfuerzo, no me anoté en nada. Y no me inventé ningún proyecto nuevo ya que los que tengo este año, vienen fracasando en todos los aspectos, ¿para qué más fracasos? 

Pero en todo esto, no fue solo mi fuerza de voluntad que ayudó; también hubo un video que me ayudó bastante en tomar la decisión de no inventarme proyectos o meterme en cosas nuevas. Era de Matt D'Avella contando sobre sus 14 años de minimalismo. Matt D'avella es el que mencioné en el episodio pasado de las superficies vacías y el director del documental "The Minimalists". Ahí el menciona una pregunta que se hace (y que yo desdoblo en dos) antes de meterse en cualquier cosa nueva, sea de nueva de verdad (un nuevo trabajo) o nueva para lo que ya hace (hacer algo diferente, contratar personas): 

¿Esto que voy a hacer va a hacer que mi vida sea más simple o más complicada? 

Él lo llama de "filtro de la simplicidad". Dice que ahora se enfoca no tanto en lo que tiene sino que en lo que hace. Y me pareció una pregunta tan fácil de hacernosla a nosotros mismos y tan simple, que debería estar en un cuadrito o tatuada en nuestro antebrazo para que cada vez que nos proponemos a hacer algo nuevo. 

Y ahí viene mi segunda pregunta porque a veces, no siempre lo complicado significa malo. Digo, si yo decido terminar mi bendita tesis algún día sobre ambiente y desarrollo sustentable, mi vida se va a complicar más. Pero la verdad, sería una alegría personal muy grande poder terminarla por mil motivos. Y acá viene la siguiente pregunta: 

¿Va a valer la pena? 

Hoy, por ejemplo, para mí, no. Me quitaría tiempo con mis hijos que ya no es tanto como me gustaría. Me quitaría tiempo para cuidarme, que ya lo hago poco y nada entre el caos diario y las cosas que me impongo. Hoy, realmente sería una complicación que no valdría la pena. Tal vez, en unos años, recurse todo y presente la tesis. Hoy para mí, no vale esa complicación. 

Entonces, antes de cualquier cosa que decidas hacer, hacete estas dos preguntitas: 

¿Esto que voy a hacer va a hacer que mi vida sea más simple o más complicada? 

¿Va a valer la pena? 

Nos vemos la semana que viene con más Minimalismo Real

Comments

Popular posts from this blog

Ep. 107 | 3 ideas para organizar y descartar "komono" (cositas)

Yo, pensando en cómo dejar de acumular cositas (La Prune, Manet- 1877) Entre las categorías para descartar y organizar de Marie Kondo, se encuentra la categoría " komono ",  que básicamente son cositas. La traducción que le dieron en español si no me falla la memoria es "misceláneas", es decir...cositas varias.  En casa somos maestros en acumular cositas. En llevar la palabra a otro nivel. En personificar y vivir komono. En casa, sí, estamos llenos de "cositas". Gomitas de pelo, clips, papelitos, fósforos, juguetitos, dibujitos, dados, monedas que no sirven para nada, bolitas Pokemón sin el Pokemon, un lápiz de labio, una honda de juguete, piensen en algo y nosotros lo tenemos. No ayuda para nada que somos todos acumuladores compulsivos de cositas. El otro día vi una piedrita en el piso y se la llevé a mi hija que está con librito de rocas. Y mis hijos después se traen otro sinfín de cosas de la calle. En fin, esta casa necesitaba una intervención urgente ...

2 formas de moldear tu ambiente

En algunos podcasts conté que en la mini sala conseguimos comprar un año y medio atrás una mesa que se abre. Es de 1,20 pero se extiende a 1,70. Es de vidrio y madera. Y el vidrio se rompió con algo, se rajó de punta a punta y no sabemos cómo hace unos días. Y me agarró una angustia. Porque no voy a poder arreglarlo ahora y probablemente quede así por mucho, mucho tiempo. En esa angustia dije que al final nunca podíamos tener nada lindo, que la casa siempre iba a ser un caos constante como estaba ahora, que no importaba cuánto sacáramos, cambiáramos, etc, siempre íbamos a vivir en un lugar que no era de nuestro gusto. Claro que no es la casa ni la mesa, vengo con mucho trabajo y con cuentas que se suman y me salió por ahí (y me compré un libro). Pero mi compañero, con quien nos turnamos por suerte en nuestros ataques de desesperación, empezó a juntar las cosas, ordenó un poco, barrió, lavó la ropa, los platos y dejó el departamento visiblemente mejor. Y la frase que muchas veces reapar...

3 ideas para repensar los zapatos

Yo no soy una gran amante de zapatos en general. Debe ser porque cuando era chica, alguien -no recuerdo quién- le dio a mi papá un par de sandalias tipo Jesucristo de cuero legítimo para mí. Eran para nenes y aunque a mí nunca me importó si las cosas eran de nenes o nenas, estas en particular eran muy feas. Y además, me quedaban un poco grandes y me lastimaban. Pero eran de cuero. Entonces, para el cumpleaños de la vecinita amiga mía de al lado, me dijo que me pusiera “las sandalias nuevas”. Yo no quise, protesté, lloré y me mandó al cumpleaños descalza. Por suerte la calle era de tierra, solo nos dividía un alambrado entre casa y casa y todo era puro terreno de pasto y tierra. Llegué llorando pero no me afectó tanto porque la mitad de los chicos ya estaban en patas jugando. En fin, traumas de infancia. Cuando crecí, solo usé zapatillas y sandalias hippies o chancletas. Hubo una época que compré unas chatitas para el trabajo pero la verdad, correr atrás de chicos requiere za...