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Ep. 119 | 3 formas de evaluar el costo de las cosas


Yo, pensando en el costo de las cosas mientras limpio (Williem Hoevenaar- Mujer limpiando una pava de cobre, SXIX)


Este fin de semana tuve la chance de quedarme sola del sábado para el domingo en casa. Me dediqué a limpiar y a mirar el pequeño departamento en el que vivimos, fue como un momento de reflexión. Pensaba en el día que podamos mudarnos a un lugar un poco más grande e imaginaba cómo íbamos a guardar las cosas. ¿Cuántas cajas íbamos a necesitar? ¿Cuánto tiempo nos iba a llevar juntar todo? 

Me hice una lista de lo esencial en cada espacio de la casa. ¿Qué necesitamos en la cocina? ¿Y en el baño? ¿Y en los cuartos minúsculos donde apenas caben las camas y los armarios? ¿Y en el comedor/living/lugar donde trabajamos/espacio donde los chicos juegan/espacio donde pasa todo? ¿Y en la mini lavandería? 

Ahí mientras limpiaba iba viendo la lista e imaginando cómo sería todo con solo esa lista. Las palabras que se me venían a la cabeza eran "tranquilo", "simple", "respirable". No me entiendan mal, en el nuestro departamento la verdad no hay muchas cosas. Pero no hay solo lo esencial. En un mundo fantástico y utópico lo esencial sería suficiente. La realidad es que no es esencial mi set de cuidados faciales (vitamina C, ácido hialurónico, un ácido, un retinol, un hidratante). Tal vez con uno o dos sería suficiente. No necesito un crema para hidratar una vez por semana el pelo de mi hija y el mío. Ni un aceite esencial para poner el piso de la ducha y tener mi momento de calma mientras me baño. Mis hijos no necesitan sí o sí un montón de marcadores, papeles y peluches que fueron recibiendo de regalo. Ni cartas Pokemon. Mi compañero no necesita 2 computadoras viejas para hacer sus inventos e instalarles cosas y desinstalarlas. Pero todo eso de nuestras vidas, vidas más ricas: me gusta cuidarme la cara a pesar de no ser una persona estéticamente cuidadosa, me gusta compartir la hidratación capilar con mi hija y me gusta oler lavanda cuando me baño (bueno, lavandín que es más barato). Mis hijos son muy creativos con lo que tienen, no les sobre nada. Y mi compañero se divierte con sus inventos. 

Esto no significa que las cosas no nos pesen. Que a veces, el departamento nos parezca agobiante porque hay cosas. Reducimos mucho, sacamos mucho, pero todavía a veces nos parece mucho. Y eso que dicen los militantes de las casa pequeñas o tiny houses, que un lugar más chico es más fácil de limpiar, nunca intentaron limpiar un baño minúsculo con 1,70 y una torpeza innata. 

Y pensando en todo esto, mientras miraba cosas que iba sacando y cosas que iba dejando, reflexionaba sobre el costo de las cosas. Tengo una anotador que lo uso para poner de todo y pensando en lo fui escuchando en diferentes podcasts y videos (las ideas no son completamente mías, no me acuerdo de dónde las saqué exactamente, yo las rearmo) y anoté 3 formas de pensar el costo de las cosas: 

1- El valor real de las cosas. 

No hay mucho misterio en esto. Cuando uno adquiere cosas, gasta plata. La plata que tenemos es, general,  y como lo llama un autor brasilero que me gusta mucho Alex Castro, producto del intercambio de tu energía vital (tu tiempo, tu presencia, tu esfuerzo, tu vida) por ese dinero. Es decir, el costo ya supera lo meramente monetario. Uno hace ese intercambio para poder vivir, comprar lo que necesitamos, pagar nuestra comida, nuestro techo, la salud, el ocio, todo eso que nos hace levantarnos a la mañana. Ahora imaginate hacer tremendo intercambio por algo superficial que no necesitás. Como siempre, no digo que no te compres algo porque querés y nada más. Pero eso no puede ser una constante. Es tu vida que cambiás por esas cosas que no te sirven. Y ese es el valor real de lo que comprás, no el precio que aparece en la etiqueta. 

2- El tiempo real que consumen las cosas

Cuando tenemos cosas, estas cosas cuestan plata pero también cuestan tiempo (además del intercambiado por la plata en sí). Porque a las cosas hay que prestarles atención. Si están fuera de su lugar, ordenarlas. Si están en su lugar, sacarlas, moverlas, limpiarlas, devolverlas. Mantener una casa lleva tiempo. Y cuanto más tenemos, más tiempo nos ocupamos de las cosas. A mí no es que me molesta limpiar la casa, pero me molesta cuando pasaba un sábado entero para hacerlo. O medio. Mi día de descanso se transformaba en un día de limpieza. Cada tanto vuelve a pasar. Pero el hecho de reducir, me ayuda mucho a que hoy, mi tiempo, sea para mí, mi familia, mis momentos. 

3- El cansancio mental real que consumen las cosas

Hace un tiempo hablábamos sobre el libro de Fumio Sasaki "Goodbye, things" o "Chau, cosas". Fumio habla de la lista silenciosa que es todo eso que las cosas nos llaman a hacer. Si tenés plantas, las plantas te susurran que las riegues, si tenés adornitos, que los limpes, si tenés libros, que los leas. Y así, vamos acumulando en una lista no escrita para hacer que se va acomodando lentamente en nuestras cabezas y se transforma en algo más para hacer. Si tienen hijos o personas bajo su responsabilidad, probablemente ya están familiarizados con la famosa "carga mental", que son todas esas cositas que vamos pensando mientras vivimos relacionadas con esa persona. El cansancio mental es un concepto similar y es una consecuencia de esa acumulación de tareas y pensamientos. Las cosas que tenemos, nos cansan, aunque parezca problema del primer mundo. La realidad es que cuanto más tenemos, la lista silenciosa crece y nuestro cansancio mental aumenta. ¿Para qué sumarnos un problema más? Ya vivimos de crisis en crisis económica. No no necesitamos algo más. 

Viendo un video de un noruego que nunca me acuerdo el nombre, él hablaba un poco sobre todo esto pero a la noruega. Sin embargo, rescato algo que él dice para minimalizar todo esto: 

  • Remové. 
  • Reducí. 
  • Reemplazá. 

Yo voy a libremente adaptar estos tres puntos: 

  • Remové todo lo que no sea útil, bello o ambos. 
  • Reducí todo lo que solo aumente tu lista silenciosa (o no tan silenciosa) y que te cueste (tiempo y dinero). 
  • Reemplazá todo lo que esté roto, maltrecho, o que haya algo mejor que te ayude a diminuir el costo real de la cosa en sí. 
Y hacelo sin miramientos. 

Nos vemos la semana que viene con más Minimalismo Real. 

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