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Ep. 126: ¿Papel o digital? 3 reflexiones sobre el asunto.

Mis libritos hechos bolsa. 

Vivimos en una época en la que casi todo parece poder transformarse en píxeles. Fotos, libros, cartas, dinero, recuerdos. Cada día digitalizamos un poco más nuestra existencia, buscando eficiencia, orden, ligereza.

Y sin embargo… algo se va perdiendo por el camino.

Hoy quiero traerles tres reflexiones sobre esta cuestión de papel o digital.  De la evidencia física que destruimos. De lo que desaparece cuando todo lo llevamos online.

Yo no oculto el hecho de que soy una persona más analógica que digital pero también, una persona que encontró en lo digital una ayuda para organizar cuestiones personales y laborales: desde cuentas del hogar en carpetitas ordenadas en mi nube hasta las clases que voy dando y recuperando mucho más fácilmente cuando tengo que reciclar algo. 

Esto no es un canto al papel sino una reflexión (aunque sí, en general, le hago odas al papel).

 1- El peso de lo invisible.

La promesa del mundo digital fue la liviandad. Archivos en la nube, facturas electrónicas, álbumes de fotos infinitos en un teléfono que cabe en la mano.

Ya no necesitamos papeles, ni estantes, ni álbumes familiares que ocupen espacio. Pero con cada cosa que dejamos de imprimir, de escribir, de tocar vamos perdiendo también una capa de realidad.

Un papel tiene peso, textura, olor. Nos exige estar presentes: sostenerlo, doblarlo, guardarlo. El mundo digital, en cambio, no pesa. Y tal vez por eso, se olvida más fácil.

Las fotos que antes imprimíamos, ahora se pierden entre miles de archivos. Los mensajes reemplazaron a las cartas. Y lo que era un recuerdo tangible, hoy se disuelve en pantallas que un día se apagan.

¿Estamos realmente más libres… o simplemente más desconectados de lo real?

2: La memoria material.

El papel tiene algo que el archivo digital nunca va a poder replicar: la huella del tiempo. Una mancha de mate en el papel, un papel doblado, una tinta que se corre. Cada una de esas imperfecciones cuenta una historia.

Un libro leído muchas veces se abre solo en las páginas favoritas. Una carta tiene la letra y el sentimiento de quien la escribió. Una foto impresa guarda no solo la imagen, sino el momento exacto en que alguien decidió conservarla.

Cuando eliminamos el papel, no solo reducimos el desorden…también borramos parte de nuestra memoria física.

El minimalismo digital puede parecer más limpio, más eficiente. Pero también puede volver nuestra vida más frágil, más volátil, más fácil de borrar con un clic.

No todo debería ser tan fácil de eliminar.

3: ¿Todo tiene que estar online?

Vivimos obsesionados con guardar todo en la nube. Pero tal vez haya cosas que deban quedarse en la tierra. Un cuaderno con tus ideas y reflexiones (algunos tal vez, no todos). Un álbum con fotos impresas (algunas especiales). Una carta que no se borra (si es que alguna vez recibiste una, yo soy de los ochenta, tengo varias).

No se trata de rechazar lo digital porque sería absurdo sino de recordar su límite.

La conexión constante no siempre significa profundidad. Y a veces, lo que se guarda en un archivo no se guarda en el corazón.

Quizás la verdadera sostenibilidad no sea eliminar todo el papel, sino elegir qué merece volverse físico.
Qué vale la pena conservar aunque ocupe espacio, aunque envejezca, aunque no se pueda actualizar.

Porque no todo debería ser eficiente. Algunas cosas simplemente deben ser reales.

Les cuento una historia rápida: yo soy una fanática de los libros "Elige tu propia aventura". Cuando tenía 8 años, mi papá me llevó al planetario de Buenos Aires. Mi papá era un polaco que venía de una vida muy difícil y no era de pasar tiempo personal conmigo o mi hermana. Pero decidió llevarme porque hacía rato que venía hablando sobre Marte, que ese año estaba más cerca de la Tierra y me llevó. Eso implicaba muchas horas juntos. Él se durmió en el planetario, la gente se quejó de que roncaba pero yo estaba al lado de él. Después, como teníamos tiempo, me llevó a dar vuelta por los puestos de libros usados porque sabía que me gustaba leer y me compró un libro de esa colección llamado "El Misterio de la Casa de Piedra". Desde ese día, y hasta hoy, casi 40 años después, sigo leyéndolos y lo tengo conmigo para leerlo con mis hijos. Está hecho bolsa. Hace unas semanas descubrí que Edward Packard, el autor de esa colección, está vivo con 94 años y con un blog activo. Le mandé un correo contándole toda esta historia, y cómo ese libro en particular me lleva a ese momento tan especial que tuve con mi papá. Que hoy le leo la colección a mis mellizos. Que fui muy feliz leyendo sus libros y compartiéndolos ahora como mamá. Y le mandé foto de mis libros destruidos. Y un día después, me respondió con un mail hermoso. 

¿Necesitaba el libro para tener ese recuerdo de mi papá? No. ¿Podía compartir esas historias con mis hijos adquiriendo ediciones nuevas y en mucho mejor estado o inclusive, en línea? Sí. ¿Iba a tener el mismo significado para mí? Definitivamente no. Pero ese libro, no todos los que tengo, me rindió un montón de emociones y continúa rindiéndome. "Ah, pero es una cosa". Sí. Y cuando me vaya, tal vez se vaya a la basura. Pero justamente porque decidí que esos libros en especial se quedarían en mi vida y no todos, es que lo que los hace significativos. Porque en 126 episodios jamás dije de que hay que tirar todo. Sí elegir con conciencia. Y cuando hablamos de digital y papel, creo que eso pesa bastante, lo significativo. 

En esta era de pantallas, para mí, el papel se vuelve un acto de resistencia. Escribir a mano, imprimir una foto, subrayar un libros son gestos que nos devuelven al cuerpo, al presente, a la experiencia sensorial de vivir.

Tal vez no necesitemos llenar la casa de papeles como yo si me dejan libre para hacer lo que quiero, pero sí dejar algunas huellas que el tiempo no pueda borrar con un apagón digital.

Porque el mundo online nos ofrece infinitud, pero el papel nos ofrece evidencia.

Evidencia de que estuvimos aquí. De que sentimos. De que dejamos algo más que datos. De que somos y que fuimos. 

Así que la próxima vez que borres un archivo, pensá si ese recuerdo merecía un pedacito de papel. Un espacio en el mundo tangible. Un lugar fuera de la nube. Porque a veces, lo más humano…es lo que podemos tocar.

Nos vemos la semana que viene con más Minimalismo Real. 



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