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Ep. 129 | 3 cosas para eliminar


Yo, pensando qué eliminar. Camille Corot, "Joven mujer pensativa". 

Cuando pienso en la palabra eliminar, pienso en Terminator, ese robot que nos traumatizó en la infancia porque nos dejaban ver esas películas sin ningún miramiento y que quería destruir a Sarah Connor, a su futuro hijo y a la humanidad. Pero no es ese tipo de eliminación al que me refiero. Me refiero a eliminar lo que nos molesta. Lo que nos detiene. Lo que nos impide ser. 

Nos pasamos buena parte de la vida acumulando: cosas, pensamientos, hábitos, historias. Y un día, sin darnos cuenta, todo eso que juntamos empieza a ocupar más espacio del que tenemos.

Entonces llega el momento de hacer lugar. De soltar, de largar. De eliminar lo que ya no nos acompaña.

Hoy pensemos en 3 cosas que podemos eliminar de nuestras vidas. Una física, una mental… y una que elegí especialmente, porque casi siempre se nos escapa.

1- Lo físico — el exceso silencioso.

Vengo hace unos meses leyendo y releyendo algunos trechos de los libros de Fumio Sasaki, de quien ya hablé varias veces. Y algo que me queda rondando siempre en la cabeza es eso de la lista silenciosa, todo eso que nos dice "limpiaaaameeeee", "regameeeeeee", "usameeeeee". Entonces, hablemos de objetos que hacen esa lista silenciosa que vamos cargando. Empecemos por lo que se ve.

Objetos que alguna vez tuvieron sentido, pero que hoy solo están ahí… esperando. No sé, en mi caso, unas agujas de tejer que me compré con la esperanza de empezar a tejer. El rollo de lana me lo quedo porque lo venimos usando para artesanías. Puede ser esa ropa que ya no usás, los libros que nunca mirás, los cables que ni sabés para qué sirven.

El exceso físico no solo ocupa espacio: ocupa energía.

Cada objeto pendiente es una pequeña decisión no tomada.Y el cerebro, aunque no lo notes, lo recuerda (la lista silenciosa que decía antes).

Liberar espacio físico no se trata de deshacerse de todo, sino de recuperar claridad. Cuando ordenás algo en tu casa, también ordenás un poco tu mente. Y cuando eliminás, te sacás de encima algo (como Terminator queriendo matar a Sarah Connor y eliminar la liberación humana). 

2- Lo mental — la voz que no te deja en paz.

Ahora no hablo de la lista silenciosa. Hablo de esos pensamientos que no son más que eco. Frases que se repiten sin sentido, como una radio encendida de fondo:

“Ya es tarde”. “Debería hacerlo mejor”. "No puedo". 

No soy psicóloga ni pretendo serlo pero todos en algún momento tenemos en la cabeza esas frases que usamos para boicotearnos. En mi caso, por ejemplo, pienso muchas veces que ya es tarde. Tocar el violín, que fue dos décadas atrás lo que movía mi mundo, hoy es un sueño distante y pienso que ya es tarde para retomar. Pero recientemente leí dos historias en el diario: la primera, de una señora de 90 años cuyo mayor arrepentimiento era no haber aprendido a tocar...el violín a los 60 porque "era muy vieja". Y si lo hubiera hecho, hubiera pasado 30 años tocando el violín. La otra de una mujer que empezó a practicar yoga a los 50 y a los 60 empezó a dar clases. Hoy tiene 102 y es una referencia en yoga. 

A lo que voy es que el minimalismo también es minimalizar eses autoboicots mentales. El minimalismo mental empieza cuando reconocés que no todo lo que pensás merece tu atención.

No se trata de silenciar la mente -porque muchas veces ni podemos- sino de no creerle o tomarlo en serio todo el tiempo. Podés observar ese pensamiento y dejarlo pasar.  No tenés que discutir con él, ni justificarlo. Solo dejarlo ir.

Cada vez que lográs eso, eliminás un poco de ruido interno. Y cuando el ruido baja, se escucha algo más profundo: tu propia voz, la que estaba escondida debajo de tantas exigencias.

Y esa voz no te grita.

3- Lo invisible — la prisa, el apuro.

La prisa o el apuro es la tercera cosa que te propongo eliminar. No es física, ni mental exactamente.
Pero está en todas partes. Vivimos acelerados, midiendo el tiempo como si fuera una carrera: la mañana, el trabajo, los mensajes, las cosas pendientes.

Corremos para llegar a un lugar que nunca llega. Y en ese correr, nos perdemos lo que ya estaba acá.

El apuro no siempre es velocidad; a veces es ausencia. Es estar en un lugar pensando en el siguiente.

Cuando eliminás el apuro, el tiempo se abre. Se puede disfrutar del mate sin andar pensando en el tiempo. 
Se puede caminar sin destino o solo caminar. Escuchar sin interrumpir.

Y descubrís que la vida no necesitaba más horas, sino más presencia.

Mi mamá, mi hermana y yo siempre tuvimos como filosofía de vida no correr jamás un transporte público (con excepciones, claro). Y llevé esa filosofía con honra hasta este año. Este año, después de un comienzo de 2025 muy agitado, me vi levantándome a las 5:30 de la mañana para salir corriendo y no perder el colectivo porque después se me atrasaba el subte y como tengo una y pico hasta el trabajo, era importante correr el colectivo. La realidad es que estaba acostándome más tarde, durmiendo más tarde y levantándome en el último segundo posible porque mi vida se fue llenando de cosas. Ese apuro (mental y muy real) lo fui cambiando por tranquilidad. Fui sacándome cosas de encima. Fui eliminando. El martes pasado me vi levantando un pie para correr el colectivo que estaba por perder y me dije que no. Iba a llegar de cualquier forma al trabajo. 

Como vemos, eliminar no siempre significa perder. A veces, es la única forma de recuperar lo esencial.

Dejar ir un objeto, un pensamiento o una prisa no te deja vacío; te deja disponible. Para nuevas experiencias, nuevas ideas, nuevas formas de encarar la vida. 

Tal vez hoy puedas mirar a tu alrededor, o dentro tuyo, y preguntarte:
“¿Qué es lo que ya no me acompaña?”

Y cuando lo elimines, pensá en ese espacio que queda. Porque en ese espacio que queda, que abriste, la vida encuentra aire para respirar. A diferencia de cuando elimina algo Terminator, que mata todo lo que ve. 

Nos vemos la semana que viene con más Minimalismo Real. 



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